Noticias / La Nueva España repasa la biografía de Avelino González Fernández (p.1911)
Esta Noticia fue editada el: 26-08-2014

La Nueva España repasa la biografía de Avelino González Fernández (p.1911) max-width=

Gijón junto a su nonagenaria rifa pro infancia

La conmemoración del noventa aniversario de la primera celebración de este sorteo sirve para evocar a su impulsor, el doctor Avelino González, todo un pionero de la puericultura gijonesa

José Manuel FERNÁNDEZ

Este sábado se cumplieron exactamente 90 años desde que otro sábado y 23 de agosto se celebrara en Gijón el primer sorteo de la rifa Pro-Infancia. La instauración de esta rifa fue una iniciativa del indiscutible pionero de la puericultura gijonesa, el doctor Avelino González Fernández. A 90 años de aquella fecha parece oportuno recordar lo que esa rifa Pro-Infancia significó para los gijoneses y, sobre todo, recordar al hombre que la ideó, la materializó y la rentabilizó, en beneficio de todos.

Telón de fondo

Muy al contrario de lo que una mentalidad tan extendida como candorosa e idílica erróneamente supone, los niños fueron los grandes olvidados de la medicina hasta tiempos muy recientes. Sólo, cuando con la revolución industrial y el hacinamiento subsiguiente en los suburbios de las grandes ciudades europeas, las tasas de mortalidad infantil -siempre elevadísimas- se dispararon e hicieron insostenibles para la propia perpetuación del modelo económico, los niños, y más en concreto, los lactantes, fueron descubiertos por los profesionales de la medicina. La Puericultura fue la expresión profesional de la lucha contra la mortalidad infantil. Es en torno a la Puericultura como surge y se configura una especialidad médica nueva: los médicos dedicados, en exclusiva, a la atención de los niños.

El mismo término "puericultura" es muy moderno. En 1863 un médico parisino, el doctor Charles-Alfred Caron, publicó un artículo titulado "La puériculture et l hygiène de la première enfance". En este artículo el doctor Caron explicaba que la puericultura era la "science d´elever hygiéniquement et physiologiquement les enfants". El doctor Caron añadía: "la puericultura es a la salud de los niños lo que la agricultura a la fertilidad del suelo".

Sin embargo, el éxito del término "puericultura" no fue inmediato y aún habrían de pasar unos treinta años hasta que su uso se generalizase. Coincidió esto con la implantación y asentamiento de la actividad a que el término aludía. Hasta bien entrado el siglo XIX los médicos asistían casi sólo a los hijos de las clases acomodadas y sólo cuando estos enfermaban. A partir del último tercio del siglo, con una mortalidad infantil en aumento, se produce un cambio en el modo de relacionarse los médicos y las familias. En lugar de ir los médicos al domicilio a visitar a un niño moribundo (lo que obviamente siguió haciéndose), algunos médicos instalaron lugares apropiados en los que se pesaba regularmente a los lactantes, y se proporcionaban consejos a las madres respecto al mejor modo de alimentarlos.

No sólo eso, cuando la lactancia materna era imposible, empezó en esos consultorios a proporcionarse a las madres leche esterilizada (la pasteurización data de 1864) y rudimentariamente "maternizada".

Será imposible resolver la controversia de quién, cuándo y dónde (Pierre Budin en París, Gaston Variot en Belleville; o incluso, ¿por qué no?, Vidal Solares en Barcelona) ostenta la primacía. Mas en algo si hay acuerdo: el primero en emplear la, luego afortunada, expresión "Gota de Leche" para ese tipo de consultorios, fue Léon Dufour, en Fécamp, en 1894. Tomó el nombre del último verso -"une goutte de lait à l enfant nouveau-né"- de la última estrofa de un poema de Alfred de Musset titulado "Sur la naissance du comte de Paris", recogido en sus "Poésies nouvelles" (1850).

Desde su nacimiento en Francia en los años finales del siglo XIX, las "Gotas de Leche" se extendieron, con ritmo desigual, por múltiples países de Europa y América. En España, con ese nombre, la primera Gota de Leche fue la de San Sebastián, que se abrió al público el 15 de agosto de 1902 y la inauguración oficial fue realizada, por S. M. la reina madre Doña María Cristina, el 28 de septiembre de 1903.

En 1904 surgieron Gotas de Leche en Bilbao y Madrid; a partir de ahí, en años sucesivos, casi todas las capitales de provincia y ciudades importantes españolas fueron contando con su Gota de Leche. En Asturias, también Oviedo -impulsada por el doctor Arturo Buylla, pero debido a su fallecimiento, dirigida, desde su apertura en 1913, por el doctor Manuel Estrada- dispuso de su Gota de Leche.

Se abre el telón

Aunque un poco tarde, Gijón no tuvo una Gota de Leche, tuvo dos. Las dos inspiradas, impulsadas, desarrolladas y culminadas por D. Avelino González Fernández.

La primera, el Instituto de Puericultura, siempre conocido como Gota de Leche, se inauguró oficialmente por el Príncipe de Asturias, D. Alfonso de Borbón, el 2 de septiembre de 1925. La segunda, el Hogar Maternal e Infantil, desde su apertura el 20 de agosto de 1949, fue llamado "Gota de Leche nueva"; a partir de ese momento, en Gijón, la Gota de Leche "de siempre" pasó a ser "Gota de Leche vieja". Incluso, a punto estuvo de tener una tercera, también promovida y alentada por Don Avelino, la Casa de Familia, Albergue y Clínica infantil, situada en terrenos muy próximos a las dos anteriores, que configuraría con ambas un ambicioso conjunto asistencial, pero no pudo ser. En una pirueta inexplicable por parte del Ministerio de Justicia, este tercer edificio acabaría siendo convertido en Juzgado.

El doctor Avelino González Fernández nació el 1 de noviembre de 1893 en el pueblo asturiano de Lamuño, perteneciente a la parroquia de San Martín de Luiña del concejo de Cudillero. Su familia paterna era de origen indiano, retornada a Asturias desde Cuba con una economía holgada, y su madre natural de Inclán, parroquia del concejo de Pravia, donde estudió sus primeras letras.

En 1902 se traslada a Gijón para cursar el preparatorio y bachiller en régimen de internado en el Colegio de los Jesuitas. También en Gijón, en su Escuela de Comercio, completó los estudios de Perito Mercantil. Su idea inicial era, siguiendo la tradición familiar, dedicarse a actividades comerciales, pero influido por su amigo Emilio Villa decide cambiar sus planes y estudiar como él Medicina.

La carrera de Medicina la hace, al igual que la mayoría de asturianos en esa época, en la Universidad de Valladolid, obteniendo la Licenciatura en junio de 1917. Enrique Suñer Ordóñez, futuro creador y primer director de la Escuela Nacional de Puericultura, catedrático de Enfermedades de la Infancia en Valladolid desde 1906 hasta 1921, fue profesor de D. Avelino en la Facultad de Medicina. En sus años de estudiante estableció con el doctor Suñer una estrecha relación que perduraría en el tiempo.

En octubre de 1917, por consejo de Enrique Suñer y con una carta de recomendación suya, se desplaza a Madrid. Fue en Madrid, fundamentalmente en el Hospital del Niño Jesús, donde adquirió su formación especializada como puericultor y pediatra. En esas décadas iniciales del siglo XX, en España, con la excepción del Hospital del Niño Jesús, apenas existía la posibilidad de prestar atención hospitalaria a los niños enfermos, con lo que el hospital madrileño era -la expresión es de D. José Álvarez Sierra- "La Meca de la Pediatría".

En Madrid permanece unos ocho meses; en ese tiempo no solo acude al Hospital del Niño Jesús sino también a la Inclusa (en ese momento situada en Mesón de Paredes) y a la Gota de Leche de la calle Espada, muy cercana a la misma. Entre otros señeros pediatras madrileños de la época se relaciona especialmente con Manuel Tolosa Latour, de quien adquiere el acendrado enfoque higienista de la pediatría que le acompañaría ya para siempre. Con Tolosa Latour aprende que el modo de enfermar es indisociable de las condiciones de vida y que el énfasis de la atención sanitaria debe centrarse en la prevención.

En el aspecto clínico su principal mentor en su etapa madrileña fue Santiago Cavengt Gutiérrez. El doctor Cavengt, sin duda uno de los grandes pediatras españoles de la primera mitad del siglo XX, era miembro de la plantilla del Hospital del Niño Jesús cuando el joven Avelino efectuaba lo que hoy llamaríamos formación de postgrado. Entre otras muchas cosas el doctor Cavengt llegó a ser Profesor agregado en la Escuela Nacional de Puericultura, Director del Dispensario Municipal de Puericultura, Presidente de la Sociedad de Pediatría de Madrid y, andando el tiempo, entre el 24 de noviembre de 1949 y el 24 de octubre de 1952, Presidente de la Asociación Española de Pediatría, entonces llamada Asociación de Pediatras Españoles (A.P.E.). Fue quien publicó los primeros casos de enfermedad celiaca en España; también quien escribió, en 1922, un libro titulado Endocrinología Infantil, prologado por Marañón, y que es el primer libro sobre Endocrinología Pediátrica escrito en España. En resumen, un maestro para presumir.

 

Don Avelino se lanza a la acción

El empuje personal, su prestigio profesional y su red de relaciones llevaron al médico - a conseguir para Gijón una Gota de Leche y una Escuela Provincial de Puericultura

José Manuel FERNÁNDEZ

En el invierno de 1918 el doctor Avelino González se traslada a Barcelona. En el Hospital Clínico de esa ciudad recibe las enseñanzas del Profesor Andrés Martínez Vargas cuya arrebatadora personalidad es controvertida, más su valía profesional indiscutible. Publicista prolífico, no sólo en revistas médicas, también en prensa diaria, era consciente de la enorme importancia de la divulgación para acercar los conocimientos científicos a las gentes humildes. Conocedor de idiomas, viajero incansable, embajador de la pediatría española, importador de todo aquello que procedente del extranjero pudiera beneficiar la salud de los niños españoles, de Martínez Vargas pudo tomar ejemplo D. Avelino en muchas de sus iniciativas. También tuvo contacto con el catedrático de Enfermedades de la Infancia de la Universidad de Valencia Ramón Gómez Ferrer, destacado por su orientación higienista de la especialidad y su compromiso con los problemas sociales

Antes de regresar a Gijón, aún alargó su aprendizaje con una estancia en París, donde amplió estudios en el Hôpital des Enfants Malades con uno de los grandes fundadores de la pediatría francesa, el doctor Antoine Marfan.

En el verano de 1919, tras ese largo camino, lleno de aventuras, lleno de experiencias, D. Avelino vuelve a Gijón. Aunque de origen prerromano (siglos VI y V a. C.), Gijón atravesó a lo largo de su prolongada historia múltiples etapas oscuras. Puede decirse que la configuración urbana del Gijón actual se inicia a mediados del siglo XIX cuando comienza la explotación del carbón en las cuencas hulleras asturianas. A partir de ese momento Gijón se convierte en una ciudad industrial y experimenta un rápido crecimiento de modo que en pocas décadas iguala en habitantes a la capital de la provincia.

Desde los años veinte del siglo pasado Gijón pasa a ser la ciudad más poblada de la entonces llamada Provincia de Oviedo, mas sus equipamientos, en especial los sanitarios, van siempre por detrás de su demografía. Si algo caracterizaba en ese entonces a Gijón era su elevada mortalidad infantil, por encima de la media nacional de la época. Estos son los datos exactos aportados por el doctor Felipe Portolá Puyós en su clásica Topografía Médica de Gijón:

Estadística de fallecidos por edades en Gijón (quinquenio 1910-1915):

Varones Hembras Total

Menores de 1 año

710 599 1.309

1 a 4 años

615 494 1.109

5 a 19 años

438 381 819

20 a 39 años

334 332 666

40 a 59 años

394 408 802

De 60 en adelante

629 1.015 1.644

Sobre estas líneas los, todo menos fríos, números. Esta es la forma en que, en su bella prosa antañona, Felipe Portolá los interpreta: "Sabemos que la mortalidad infantil es una sangría abierta, y estamos penetrados de la verdadera puericultura científica y social, conocedores como médicos de las causas de la mortalidad infantil y de los remedios fáciles de la mortalidad evitable, porque no ignoramos que son muchas las madres que, no obstante su inmenso cariño, se convierten por inexperiencia, por ignorancia, en verdugos de sus propios hijos".

La tabla y la frase del doctor Portolá Puyós resumen el acuciante problema y la mentalidad imperante en el momento de la llegada a Gijón de D. Avelino para establecerse como médico de niños. Él, por su parte, años después lo expresaría así: "En Gijón en 1919 no había conciencia de los problemas de la maternidad. La mortalidad infantil era aterradora, una de las mayores de España. En cuanto a la crianza y a la higiene dominaba la ignorancia de todas las clases sociales. La despreocupación de las autoridades y de la sociedad era pavorosa".

D. Avelino médico, higienista, puericultor, hombre de empresa, se lanza a la acción. Desde el primer minuto comienza a publicar multitud de artículos en la prensa local y, consciente de que por sí solo poco conseguiría, centra sus esfuerzos en integrarse en la, aunque ya constituida con fecha 17 de marzo de 1908, lánguida Junta Local de Protección de Menores de Gijón. Después de algún fracaso inicial, por fin a primeros de 1922 es renovada la Junta y consigue entrar a formar parte de ella como vocal médico. Casi de inmediato fue nombrado secretario de la misma y su empeño máximo desde ese instante fue lograr que en Gijón se crease una Gota de Leche. Solicita al respecto opinión y asesoramiento a su antiguo profesor de Enfermedades de la Infancia en Valladolid, doctor Suñer, y así refiere D. Avelino la respuesta que éste le dio: "la idea no sólo le pareció hermosa al doctor Enrique Suñer, sino que la apoyó con una, para mí, histórica carta, llena toda ella de frases de entusiasmo y cariño, estimulándome a llevar a cabo la empresa y ofreciéndome toda su ayuda moral y científica. Ayuda que nunca me faltó".

"Nervus belli pecunia", nos aleccionó Cicerón. El éxito de cualquier iniciativa depende en gran medida de su financiación adecuada. D. Avelino, perito mercantil, sabía esto mejor que nadie. Para que la Gota de Leche pudiese construirse era preciso allegar fondos. Para obtener información de cómo hacerlo, entre otros lugares viajó a Cartagena, ciudad de similitudes evidentes con Gijón -mayor que la capital de su provincia pero sin los servicios asistenciales proporcionados por la Diputación Provincial-, que disponía desde 1918 de un moderno Centro de Puericultura, Casa del Niño y Gota de Leche, apoyado por una rifa benéfica popular.

Esa idea la aplicó en Gijón organizando una rifa denominada Pro-Infancia y cuyo primer sorteo se celebró el 23 de agosto de 1924. No exenta al principio de contratiempos, y hasta prohibiciones, la rifa Pro-Infancia logró aportar fondos cuantiosos convirtiéndose en el principal respaldo económico de los ambiciosos proyectos de D. Avelino.

El primero de ellos, el Instituto de Puericultura y Gota de Leche, pese a que no se inauguró oficialmente hasta el 2 de septiembre de 1925, con motivo de la visita a Gijón del Príncipe de Asturias, ya funcionaba desde que se había finalizado la primera fase del edificio en los últimos meses del año anterior. Con posterioridad, en 1927, se añadió la entrada noble y torre principal en su fachada norte. Por último, en 1933, se completó y amplió significativamente con un nuevo cuerpo y una segunda torre en su lado este. Con todo (tres fases constructivas y 2 arquitectos -Miguel García de la Cruz y Mariano Marín-), el magnífico edificio presenta un aspecto unitario, con sus tres fases constructivas perfectamente ensambladas en un elegante estilo regionalista montañés. La calidad de sus materiales, externos e internos, con preciosas cerámicas talaveranas de Juan Ruiz de Luna, hacen que todavía hoy siga constituyendo una de las muestras más interesantes del patrimonio arquitectónico gijonés.

El Instituto de Puericultura albergó: Gota de Leche para el reparto de leche esterilizada; Consultorio de Niños de Pecho y Clínica Infantil para seguimiento médico a cargo del propio D. Avelino (a partir de 1929 policlínicas con pediatría, radiología, ORL, oftalmología y odontología); consulta pre-natal regida por un ginecólogo, contaba también con dos enfermeras (crucial en la batalla contra la mortalidad infantil y precursora en España entre las de esta índole); laboratorio, a cuyo frente estaba el farmacéutico Evilasio Antolín Peña, en el que se realizaban análisis clínicos y bacteriológicos; sala de maternidad ("con tres habitaciones secretas para evitar infanticidios y que las madres solteras encuentren un secreto y un refugio para su estado", según carta de D. Avelino); casa cuna para hijos de trabajadoras fabriles. Y como broche Escuela Provincial de Puericultura.

Por inspiración del, en ese momento, catedrático de Pediatría de Madrid Enrique Suñer y mediante Real Orden de 23 de mayo de 1923 se crea la Escuela Nacional de Puericultura. Con fecha 16 de noviembre de 1925 se dicta el Real Decreto de bases para su organización y el 31 de diciembre de ese mismo año se establece su Reglamento. Al amparo de lo dispuesto en el artículo 14 del Reglamento de la Escuela Nacional de Puericultura, ésta queda autorizada para que pueda permitir establecer Escuelas Provinciales de Puericultura. Para ello la Junta de Profesores de la Escuela Nacional deberá aprobar previamente sus programas.

Bajo la dirección del profesor Suñer, en la Escuela Nacional de Puericultura de Madrid, se inicia la labor docente el día 8 de marzo de 1926. Con fecha 20 de junio de 1926 se autoriza la Escuela Provincial de Puericultura de Sevilla, inaugurándose la misma el 6 de febrero de 1927. El 27 de mayo de 1926, en calidad de secretario de la Junta Local de Protección a la Infancia de Gijón, el Dr. D. Avelino González solicita al Director de la Escuela Nacional la autorización para dotar a Gijón con una Escuela Provincial de Puericultura. Tras la emisión del preceptivo informe favorable, se aprueban las bases de constitución de la Escuela Provincial de Puericultura de Gijón el día 28 de septiembre de 1926. Por último se celebra su inauguración oficial con presencia, entre otras autoridades, del Director de la Escuela Nacional, Enrique Suñer Ordóñez, el 30 de octubre de 1927. A estas dos, Sevilla y Gijón, siguió en 1928 la apertura de la Escuela Provincial de Puericultura de Valencia. Con posterioridad otras importantes capitales de provincia como Barcelona, Bilbao, Zaragoza... lograron la autorización para contar con Escuela Provincial de Puericultura.

Basta el escueto análisis de esta enmarañada, revuelta, tediosa, mezcla de fechas y ciudades para comprender que sólo el enorme empuje, prestigio profesional, trayectoria e influencia de D. Avelino, y sus relaciones personales con los más destacados pediatras españoles, establecidas durante su período de formación y acrecentadas después, consiguieron que una ciudad periférica, relativamente pequeña y sin entidad administrativa de capital provincial, dispusiese tan pronto de Escuela de Puericultura.

El sueño inacabado de la Ciudad del Niño

Avelino González sumó un Hogar Maternal al edificio de la Gota de Leche y no logró añadir la Casa de Familia; aún así, su esfuerzo dio enormes frutos y en unas décadas Gijón se situó entre las poblaciones con menor mortalidad infantil

José Manuel FERNÁNDEZ

Antes de fundar su Instituto de Puericultura D. Avelino anduvo mucho y leyó mucho. Fue su empeño crear una institución pionera, moderna, dotada de los más innovadores recursos técnicos y organizativos. Huyó del viejo modelo de caserón desvencijado habitual en los antiguos hospitales de beneficencia. Quiso para el edificio de su Gota de Leche unas instalaciones amplias, luminosas, con los mejores materiales. En las paredes ordenó grabar multitud de lemas con consejos de puericultura o con reflexiones morales, no siempre bien recibidas ("Para esta casa no hay hijos ilegítimos. El único ilegítimo es el padre"). Se esforzó en disponer del instrumental médico más adelantado para la época. Se hizo acompañar de especialistas de otras ramas de la medicina que garantizasen la mejor atención a la madre y al niño. Instaló una biblioteca provista de los mejores y más recientes libros médicos y suscrita a la mayor parte de las revistas especializadas. Reservó espacio para un extraordinario salón de actos. Y, tal vez lo más avanzado, en el Instituto de Puericultura de Gijón no había monjas. También en la incorporación de personal laico, joven, profesional, fue pionero D. Avelino.

La Gota de Leche de Gijón se convirtió rápidamente en una institución puntera, modelo ejemplar entre las de su clase. Su dotación y funcionamiento sirvió de pauta para otras muchas de las ya existentes, o de las que fueron creándose, en múltiples poblaciones españolas.

La repercusión sobre la salud de los niños gijoneses fue inmediata. La mortalidad infantil era en Gijón del 24,3 % en 1920 y ya había descendido al 14,9% en los años treinta. Sin embargo, -será mejor avanzar muy rápido en este punto- D. Avelino, en la Guerra, fue detenido, juzgado, condenado a muerte. Su pena, luego conmutada por la de prisión.

Prisionero en El Coto y desde finales de agosto de 1937 en el buque-cárcel fondeado en El Musel, todavía en los días convulsos que siguieron a la entrada en Gijón, el 21 de octubre, de la IV Brigada Navarra sufrió otro trágico sobresalto. Acusado de masón, fue buscado en su casa. La intermediación del Gobernador Civil le libró de otra muerte más que probable.

El pauperismo infantil alcanzó en el Gijón de la post-guerra cotas catastróficas. Consciente de esto D. Avelino se impuso construir su segunda "Gota de Leche". Ya desde el final de la Guerra lanzó la propuesta de convertir todo el entorno del Instituto de Puericultura en un Jardín de la Infancia y situar en ese lugar un nuevo edificio dedicado a Escuela Maternal y Comedor de Embarazadas y Madres Lactantes.

Su iniciativa implicaba la desafección de un espacio de dominio público y requería autorización no sólo local, también en Madrid. Con el apoyo, entre otros, de su gran amigo y valedor Juan Bosch Marín, que desde 1940 era Jefe de los Servicios de Higiene Infantil de la Dirección General de Sanidad, ya en fecha tan temprana como junio de 1941 la obra salió a concurso-subasta. El proyecto inicial, de 2 plantas en una depurada estética racionalista, se modificó y amplió en fase de construcción con lo que se demoró su finalización y no fue inaugurado hasta 1949.

En este nuevo edificio, denominado oficialmente Hogar Maternal e Infantil, se instaló el previsto Comedor de Embarazadas y Madres Lactantes. Además contaba con Escuela de Madres, Guardería Infantil, Hogar Infantil (destinado a acoger a niños abandonados), y Escuelas Maternales con capacidad para 80 niños en edad pre-escolar. La calidad de las instalaciones y la metodología pedagógica empleada en estas escuelas, siguiendo modelos implantados en Europa, resultaban absolutamente insólitos en la España de la época. Aunque nunca contó propiamente con Gota de Leche que seguía funcionando en el edificio contiguo del Instituto de Puericultura, ambos constituían una unidad funcional dependiente de la Junta Local de Protección de Menores, vale decir de D. Avelino, y en Gijón siempre fue conocido como "Gota de Leche nueva".

El sueño de D. Avelino era configurar una auténtica Ciudad del Niño con un gran Jardín Infantil en cuyo interior se ubicasen tres edificios, los dos construidos y en funcionamiento (Instituto de Puericultura y Hogar Maternal e Infantil) y un tercero destinado a Casa de Familia o Albergue Infantil y provisto de una moderna Clínica Infantil dotada de consultas, quirófanos, salas de hospitalización, etc. Este tercer edificio, financiado en gran medida con fondos procedentes de la, por su seriedad y rigurosidad, enormemente consolidada en Gijón rifa Pro-Infancia -que este año de 2014 acaba de cumplir 90 años-, empezó a construirse.

Diversos avatares inherentes al desarrollismo de los sesenta (sobrecostes, revalorización del suelo, cambios en el modelo organizativo sanitario y sus núcleos de poder efectivo) condicionaron que ni el Jardín Infantil ni el Albergue llegaran a realizarse. Tras unos años estancado, con una ciudadanía adormecida, ese tercer edificio costeado por los gijoneses fue transferido al Ministerio de Justicia. Durante algún tiempo se convirtió en Juzgados.

Durante décadas, desde los años veinte a los sesenta, el prestigio profesional del Dr. Avelino González fue inmenso, en Gijón y en toda España. Así fue reconocido en todas las publicaciones que sobre Puericultura se editaron en esos años. Por citar un ejemplo, el Instituto de Puericultura de Gijón ocupa un lugar destacado en la obra magna de Juan Luis Morales "El niño en la cultura española". Con algunas de las palabras del Dr. Morales ("el infatigable luchador, para todo cuanto con la infancia se refiere, Dr. Avelino González, nuestro entrañable amigo") habríamos querido titular nuestro homenaje.

Para finalizar el mismo dejaremos hablar a D. Pedro Víctor Álvarez Suárez, su sucesor al frente de las Gotas de Leche de Gijón: "cuando D. Avelino González inicia en Gijón su lucha a favor de la madre y el niño, el panorama puericultor era terrorífico. La batalla fue ardua y en ella se hubiera agotado quien no dispusiera de la energía y el tesón de nuestro pionero de la Puericultura. A partir de la inauguración del Instituto de Puericultura, se consigue colocar a Gijón entre las poblaciones de menor mortalidad infantil como lo prueba el hecho de que en Gijón en 1958 la tasa sea del 1,5%".

Por ello, porque la actividad de D. Avelino es mensurable, se puede y se debe afirmar, como lo hizo en 2004 el abogado gijonés D. Francisco Prendes Quirós, en el acto de colocación de un busto de D. Avelino en el rehabilitado edificio de la "Gota de Leche vieja", que "pocos hombres, quizá ninguno de su siglo, han dejado huella tan útil y tan perenne en Gijón".

Como apunte final, quisiera dejar constancia de mi agradecimiento a Lourdes y José Antonio Pérez González, nietos del Dr. D. Avelino González Fernández, quienes con enorme generosidad me aportaron datos inéditos y me ayudaron, entre los datos publicados, a aprovechar los correctos y desechar los inexactos.

Foto Angel