Noticias / Víctor Rodríguez (p.1983) y Susana Llaneza (p.1988) despiden al P. Pedro M. Cifuentes (p.1956)
Presidente y Vicepresidenta de nuestra Asociación, dedican emocionadas palabras a quien fuera nuestro Consiliario
Esta Noticia fue editada el: 11-07-2017

Víctor Rodríguez (p.1983) y Susana Llaneza (p.1988) despiden al P. Pedro M. Cifuentes (p.1956) max-width=

 

In memoriam

Por Víctor Manuel Rodríguez Blanco (Promoción 1983), Presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Inmaculada 

Querido Pedro. Qué difícil me resulta dirigirte estas breves palabras de despedida en representación de todos los antiguos alumnos, unidos en un sentimiento común con tu familia y hermanos en la Compañía, con la Comunidad Educativa, Coro de Padres y amigos, muchos amigos.

Aquí estamos para despedirte con pena en el alma, pero también con la alegría en el corazón que nos da el saber que pasas a una nueva vida plena, pasas de la muerte a la vida, y que allí arriba, reunido con tantos compañeros que te adelantaron en este camino, seguirás velando por todos.

En este colegio lo has sido todo: alumno, jesuita, maestro, Rector, Antiguo Alumno Distinguido, Director del Coro y sobre todo amigo de tus amigos y un referente para todos durante décadas. Pero no quisiera olvidar tu calidad humana.  Un hombre bueno con mayúsculas. Jesuita de los pies a la cabeza. Dotado de una gran inteligencia, fuiste siempre un trabajador infatigable y metódico, de puntualidad británica, con un peculiar sentido del humor y un gran corazón.

Siempre recordaré la última vez que hablamos en la Enfermería de tu Comunidad. ¿Te acuerdas?. Fue pocos días antes de tu ingreso. Me sorprendió la fuerza con la que afrontabas tu enfermedad, tu entereza y tu serenidad que sólo una profunda fe es capaz de sustentar y explicar. Recuerdo que me preguntaste por los ensayos del coro para San Ignacio y sobre la fecha de la próxima reunión de la Junta de Antiguos Alumnos de la que eras su Consiliario. Director del coro y Consiliario, tus dos responsabilidades actuales que cumplías a la perfección, como siempre, y que mantenías como prioridad en tu mente por delante de tu propia salud. Tus compañeros de Junta aquí estamos para arroparte, y el Coro, tu coro, también, con aquellos cánticos que más te gustaban, con el himno colegial que te encargaste en adaptar y recuperar en 1970 y que gracias a ti cantamos en todas las celebraciones desde entonces. Hoy notarás que nuestros cantos suenan diferentes pero es porque están cargados de emoción, porque están cantados con el corazón.

Nunca olvidaremos tu capacidad de servicio, tu cercanía, tu sencillez, tu bondad, tu amabilidad, tu eterna sonrisa a veces con ese toque irónico tan especial. Siempre estabas dispuesto a escuchar a quien necesitara consejo o consuelo, o a dar aliento a quien precisara ánimo o ser reconfortado. Eras todo un referente para los Antiguos Alumnos, un baluarte en la cohesión entre promociones, un ejemplo de servicio. “¿Con quien podría hablar en el colegio? Habla con  Chifu!”. Ésta era siempre la respuesta, porque a todos conocías.

Son muchos los recuerdos que hoy a todos nos vienen a la mente, como las miles de anécdotas colegiales y personales que siempre nos contabas,  tus clases de filosofía en las que lograbas que hasta Platón fuera ameno, o las clases de música en aquella escalonada  aula.

Mientras repasaba estas líneas ayer recibí un mensaje de mi mejor amigo desde la infancia que te leo textualmente: “hay personas que las sientes como un padre...y Chifu era una de ellas. Una gran persona!” Esta breve frase creo resume el pensamiento de todos.

Contigo se nos va no sólo un jesuita y profesor excelente, se nos va un compañero irremplazable, un gran amigo, un referente para todos.

Sólo nos queda darte las gracias, gracias por todo, gracias por tu vida de la que nos orgullecemos haber formado parte de una u otra manera,  y decirte que la Virgen Inmaculada a cuyos pies nos encontramos, a la que rezaste de niño y te vio crecer, ante la que recibiste la llamada para ingresar en la Compañía hace 60 años, la que fue testigo de tu buen hacer a lo largo de tu vida, esta misma Virgen Inmaculada te espera con su manto protector y con los brazos abiertos en este tu último viaje. 

Dicen que las personas nunca mueren cuando permanecen en el recuerdo de los demás; te aseguro que siempre seguirás entre nosotros, siempre te guardaremos un sitio en nuestro corazón. Por eso no te decimos adiós sino hasta pronto, y nuevamente: Gracias!

 

Personas que son un regalo

Por Susana Llaneza Barrera (Promoción 1988), Vicepresidenta de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Inmaculada 

 Las personas son regalos que la vida nos da.  A veces, su envoltorio es bello y elaborado y en otras ocasiones es menos atractivo. El Padre Cifuentes, el Chifu, venía envuelto en una sencilla chaqueta azul, con botones y bolsillos delanteros y con una inconfundible sonrisa que delataba su bondad y sentido del humor.

Me gustan las personas que vibran, que te hacen pensar y disfrutar de lo bello, y Chifu era así. Como maestro, nos enseñó a ser valientes, a enfrentar nuestros miedos, a superarnos, a sabernos capaces. Nos enseñó a discernir  y a ser críticos, usando tanto a San Ignacio de Loyola como a los Clásicos. Nos enseñó a distinguir entre una viola y un violín en una composición de Mozart y todo ello mientras movía sus manos, con los ojos cerrados siguiendo el ritmo como poseído por la música. Recuerdo siempre su voz grave y agradable, que cambiando de ritmo, como cantando, iba dando importancia a aquellos conceptos que debían calarnos frente a  otros menos sustanciales. Recuerdo sus manos, que utilizaba constantemente como un elemento más de explicación, y que servían, tanto para hacernos seguir un ritmo, como para demostrarnos como todo encajaba cual mecanismos de engranaje. Recuerdo su sonrisa siempre cercana y cálida. Y su sentido del humor, sarcástico y genial, como era él. Como buen maestro, nos preparó para la vida.

Decía Anthony de Mello, SJ que “Cuando Dios hace a un hombre un Maestro, no deshace al hombre que hay en él” y, así, Chifu disfrutaba de cada pequeña cosa que la vida le daba: de su familia, de sus sobrinos; del ratín en la Zamorana con sus amigos; de la música, con la que nos deleitaba junto al Coro de Padres; de sus paseos, rápidos y a pasos pequeños por los pasillos del cole (últimamente arrastrando un poco los pies); de las charlas con los antiguos alumnos recordando momentos compartidos en el cole; de las reuniones con la Junta de la Asociación de Antiguos Alumnos, donde siempre aportaba sus opiniones de hombre sabio y donde nos hacía reír con sus anécdotas colegiales… Dicen que el secreto de una vida dichosa y afortunada es hacer cada día feliz a una persona y Chifu, está visto que nos hizo felices a muchos, con sus clases prácticas de música, filosofía o religión, con su cercanía, con su sentido del humor, con su disponibilidad (no en vano, ofició cantidad de matrimonios, bautizos y comuniones de antiguos alumnos y sus hijos)… y con ello, él era también feliz, con lo que su vida adquiría doble dicha.

Creo que se sabe si un hombre lo ha hecho bien, el día de su muerte. Ese día la gente se libera y dice todo lo que realmente piensa. El Padre Cifuentes, Chifu, Pedro, ha debido de hacerlo genial, porque desde su fallecimiento solo hemos oído halagos y comentarios bonitos sobre su persona, que era una persona a la que todos queríamos, que fue un profesor que nos marcó para bien, que siempre supo estar cerca, que era una gran persona, que deja un vacío difícil de llenar, que en este mundo debería de haber más hombres como él, que fue un gran jesuita, un gran profesor, un lujo de persona…

Hoy, Pedro, solo quiero dar gracias por haberte tenido en mi vida, por haberte reencontrado en la Asociación. Sé que hoy en el cielo ya estarás organizando un coro, con tu voz totalmente recuperada, con tu sonrisa serena, con tu templanza, con tus manos al viento… y, que si escuchamos atentamente, pronto seremos capaces de distinguir la bella música que también allí, interpretarás.

El Texto de Susana Llaneza puede verse publicado en La Nueva España aquí.

Foto Angel