Noticias / Se celebró TEDxGijón organizado por Marián García Prieto (p.1988) y Ramón Rubio García (p.1992)
Esta Noticia fue editada el: 13-02-2017

Se celebró TEDxGijón organizado por Marián García Prieto (p.1988) y Ramón Rubio García (p.1992) max-width=

(El Comercio)

«La ilusión está en el camino y nunca se acaba»

Un clavo que no sacó otro clavo, la versión más mierense de Cary Grant y decenas de galletas para una tarde dedicada a la motivación personal

Rosa Fernández emocionó al público de la quinta cita TEDxGijón celebrada en el Palacio de Congresos

CHELO TUYA - Supieron de una silla tan anatómica como cara. Vieron la versión más mierense de Cary Grant. Descubrieron que, tanto en carpintería como en el amor, es imposible que un clavo saque a otro clavo. Y, entre otras muchas experiencias, se emocionaron hasta la lágrima al descubrir la novena “montaña” de Rosa. Los más de 350 asistentes a TEDxGijón vivieron tan intensamente esta quinta edición, celebrada ayer en el Palacio de Congresos del recinto ferial Luis Adaro, que se la comieron. Literalmente. Lo hicieron en forma de galleta personalizada.

La fórmula TED (siglas de Tecnología, Entretenimiento y Diseño) se basa «en charlas con personas de referencia sobre todo tipo de asuntos», tal y como explicó una de las organizadoras de la cita gijonesa, la profesora de la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón (EPI) Marián García. Según aclaró ella, de esa «madre TED nacen las TEDx, una “x” que indica que son licencias independientes de la matriz, con unas normas que cumplir». Y TEDxGijón las cumple todas.

Tanto que uno de sus técnicos «nuestro querido Kevin» ha sido invitado a participar en la TED anual, «que este año se celebrará en Vancouver. Irá con todos los gastos pagados». Para él, «un pilar fundamental de esta cita», voluntario y altruista como todos los que organizan los encuentros. «Unos que, con la x detrás, han sumado 19.000 eventos en todo el mundo, en 50 millones diferentes y con más de 1.500 millones de visionados de los vídeos colgados en Youtube».

«Les caballerices de Gabino»

Como el emitido en directo ayer desde el Palacio de Congreso «que, como la Muralla China y les caballerices de Gabino de Lorenzo en Benia de Onís, se puede ver desde el espacio». El autor de la frase y cosechador de las mayores carcajadas fue el actor Alberto Rodríguez. Muy popular por sus programas en RTPA, Rodríguez uno de los participantes en la TEDxGijón, «aunque yo vengo por la “e” de entretenimiento, porque de lo otro, yo nada».

No obstante, de lo suyo aportó mucho: clonó a Cary Grant en su carrera para salvar la vida en “Con la muerte en los talones”, «tal y como lo hice en un casting, todavía no sé por qué me rechazaron» y se definió como “tontu”. «Fijaos si lo seré, que de pequeñu hablaba con los playeros, porque ponían “converse”». Todo, con la banda sonora de “Just an illusion”, porque ese concepto, el de ilusión, fue el elegido como hilo conductor del programa. «La ilusión es como la energía: ni se crea ni se destruye, solo se transforma».

Casi, casi, como el amor. O al menos así lo explicó otro de los participantes. Uno que estuvo en el TEDxGijón anterior, «pero como público. Al finalizar, se acercó y nos dijo: Soy gallego, he pasado los últimos fines de semana recorriendo centros comerciales, domicilios particulares, geriátricos... Todo para escuchar gratis historias de amor», explicó Marián García. Así presentó a Pablo Piñeiro, quien reconoció haber recogido «300 historias de amor», parte de las cuales utilizó en un libro. «Me ha servido para rechazar el concepto de fracaso en el amor». Y, también, «el de que un clavo saca otro clavo. Es imposible», dijo y demostró en pleno escenario.

Uno que también pisaron Santiago Martín, Paola Villanueva, José Antonio Fernández, Patricia Díaz, Pablo López, Alberto Hernández, Pablo Mata, Celestino Álvarez y el coro joven de la Fundación Princesa de Asturias.

Y la más emotiva. Rosa Fernández, la montañera asturiana que, con voz queda, pero sonrisa continua, explicó por qué aprendió a andar en bicicleta: «Quería recorrer el Himalaya para llegar al Everest. Mi ilusión». Una que le costó mucho subir. «En 2003, cuando estaba a 8.600 metros de altura -el Everest tiene 8.848- tuve que dar la vuelta». Vuelta corta, porque al bajar, «cogí oxígeno y volví a subir». Pero a 8.300 metros se encontró con un serpa moribundo «y le dejé a él la botella». Ella volvió a bajar.
«No fue un fracaso, subí dos veces 8.000 metros», prueba que la preparó para «escalar mi novena montaña, la más dura: el cáncer». Una que, como el Everest, ya conquistó. «La ilusión está en el camino y nunca se acaba».

 

Foto Angel