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Esta Noticia fue editada el: 05-09-2016

José Manuel Guerrero (p.1975) en la prensa max-width=

(La Nueva España)

JOSÉ MANUEL GUERRERO | Nuevo coordinador de los colegios de jesuitas de Asturias, Galicia, Madrid y Castilla-León

"La mejora educativa pasa por reconocer, social y económicamente, al profesorado"

"Todos repetimos que no se puede educar como se hacía hace veinte años pero yo creo que no se puede educar ni como hace cinco"

Gijón, A. RUBIERA -¿Qué encomienda asume?

-Los jesuitas en España tenemos 70 centros educativos y voy a coordinar la zona centro-noroeste. Eso incluye 14 colegios -entre ellos la Inmaculada y el Revillagigedo de Gijón (el único de todo el grupo que sólo imparte FP) y el San Ignacio de Oviedo-. En total, 18.000 alumnos y unos mil profesores.

-Y entre ellos, un colegio enorme, el de Madrid.

-El colegio "El Recuerdo" es casi es el trasatlántico de mi zona. Tiene 2.400 alumnos, el doble que la Inmaculada. Cada año tiene unas 250 solicitudes para infantil, donde tienen 100 plazas. Y en Bachillerato, que es privado, les sobran centenares de alumnos. Aunque no es el más grande de los jesuitas en España, ya que por delante está el San Ignasi de Barcelona, con 3.000 alumnos.

-¿Cuál es la línea estratégica de trabajo a desarrollar?

-La idea de la Compañía es que tener 70 colegios y cuatro universidades en España es una fuerza educativa que no tiene nadie y que hay que saber utilizar. La fuerza está en optimizar los recursos, en la unión de centros, en compartir... es lo que intentamos en toda España y lo que tengo claro para estos 14 colegios que voy a coordinar. Cada centro puede tener grandes líneas de innovación y hay que ponerlas en común. Pero, eso sí, respetando las individualidades y la historia de cada colegio, por supuesto.

-¿Qué urge en la educación española?

-Toda la mejora educativa de este país pasa, inexorablemente, por el profesorado. Y ligado a eso hay una necesidad imperiosa de formación. Pues nosotros, que tenemos cuatro universidades, podemos hacer mucho por nuestros profesores: másteres, líneas comunes de trabajo de los colegios... Para mí es fundamental, aunque haya otras cosas. Como no consigas un profesorado formado, motivado, y eso incluye reconocido social y económicamente, no avanzaremos.

-No se suele hablar mucho de sueldos...

-Si yo quiero pedirle a un profesor que innove, que cree, que se meta en nuevas líneas pedagógicas, tengo que pagarle. Y no puedo pagar lo mismo al que se esfuerza o implementa nuevas metodologías que al que lleva 15 años dando las clases de la misma manera.

-Es discurso general que ya no se puede educar como hace décadas. ¿Se ve así de claro en los jesuitas?

-Ahora mismo todo el mundo repite esa idea: no se puede educar como hace veinte años. Pero es que tampoco se puede educar como hace cinco años. Es así. Y nosotros creemos que con la potencialidad de una red grande de colegios, como la nuestra, puedes plantearte incluso liberar a profesores para que desarrollen alguna línea metodológica de interés con tiempo y dedicación.

-¿Cómo va la educación con libros digitales, una novedad en la que ya están metidos los centros de la Compañía?

-Cuando hablamos de innovación no hablamos de cambiar al libro digital. Eso es un instrumento, casi una anécdota en la que ya estamos casi todos los centros; y los que no están, estarán. Cuando hablo de innovación está en un cambio metodológico absoluto.

-Porque la realidad es que los alumnos tiene habilidades, competencias y expectativas diferentes.

-Un artículo que leí no hace mucho decía que las salidas profesionales más demandadas ahora no existían como tales hace diez años, y algunas ni hace menos. Por eso, el libro digital es sólo una anécdota, un instrumento que vamos a utilizar todos los educadores, que te ayuda a cambiar la metodología, que es lo importante.

-¿Y el profesorado está preparado para el cambio?

-Muchos sí, pero a otros hay que darles medios, posibilidades y reconocimiento, como decía, tanto por parte de la sociedad como de la familia. También advierto que no es una cuestión de edad, hay gente veterana y joven haciendo virguerías. Yo pretendo que ese trabajo se ponga en común y se explote mejor. Aunque respecto al profesorado, para mí es ilógico que termines la carrera de Magisterio o el máster de Educación, y sin más, te pongas a dar clases. Yo aplaudo la idea de un Mir en la educación, del que ya hablan algunos expertos, y también de pedir niveles de exigencia y de actualización cada equis años. Pero todo eso es dinero. Dinero invertido en Educación.

-Frente a todo eso que plantea, lo que llegan son las reválidas. ¿Eso no condiciona la acción de los docentes, haciéndoles preocuparse sólo en dar el tipo con resultados?

-Si el funcionamiento de las reválidas es semejante al funcionamiento de la PAU actual será un error garrafal. Si le preguntas a cualquier profesor de Bachillerato si su método de trabajo es el que le gustaría o está demasiado enfocado a que los alumnos aprueben la PAU, el 98% te dirá con claridad que sin la PAU ellos no darían igual la clase. Yo era profesor de Bachillerato y si mis alumnos no tuvieran que aprobar esa prueba para entrar a la Universidad habrían aprendido mucha más historia del arte, estarían más satisfechos y yo infinitamente más realizado como docente. Si las reválidas son sólo para eso, será un fracaso. Si es para unificar conocimientos en toda España, pues en cierta medida lo entiendo. Creo que un test mínimo es conveniente.

-¿Un test para diferenciar el trabajo entre centros?

-Sé que esto que voy a decir es políticamente incorrecto, pero hay colegios buenos y hay colegios malos, y los padres deben saberlo porque querrán darle algo bueno a sus hijos. Pero no creo que la reválida sea el sistema para saberlo.

-¿Se van a ver pronto pequeñas "revoluciones" en los colegios de los jesuitas de Asturias, como las aulas sin tabiques ni tarimas?

-Sí, se verán. Nuestra obligación es educar a gente competente y para educar a esos profesionales competentes en este siglo XXI hay que avanzar. Primero llegará el concepto y luego vendrán los tabiques, como quien dice. Y sin olvidar que somos un colegio católico, lo que nos obliga a formar a personas muy conscientes y muy comprometidas con el mundo en que viven. Si solo educásemos gente competente no seríamos un buen colegio de jesuitas. Nosotros hablamos de innovación en todo, también en la labor pastoral.

-¿Cómo llevan los jesuitas tener muchas familias en su centro que no son católicas?

-Esto es como la parábola del sembrador. Tú siembras y hay semilla que cae en mejor tierra que otra. Pero en el trabajo pastoral a veces se ven resultados a largo plazo. Yo estoy convencido de que algo siempre queda y por nuestro centro pasa gente que puede estar muy distanciada de la Iglesia pero que tienen grandes valores de igualdad y fraternidad. Y esos son valores cristianos.

-¿No es incongruente que un ateo busque en Asturias el amparo educativo de un colegio católico?

-No, siempre que tengan claro lo que somos y lo que vamos a ofrecer a sus hijos. No me vale que luego me protesten porque no van a ir a misa. Hay un ideario que no vamos a cambiar, igual que no vamos a cerrarle la puerta a nadie. Somos católicos y colegio de la Compañía de Jesús, y la laboral pastoral con nuestros alumnos es tan importante como la labor de instrucción.

-¿Las familias aceptan la innovación que está llamando a las puertas de los centros o al final lo que prima es la presión de los padres para que un niño de 5 años lea y escriba cuanto antes?

-La inmensa mayoría de las familias comprende que no se puede educar ahora como se les educó a ellos y que los cambios son necesarios. En Alemania los niños hasta los 6 años casi no saben leer, pero allí podemos jurar que hay tantos ingenieros como aquí en España. Lo que van a necesitar para su futuro esos niños de ahora ni tan siquiera lo sabemos. Yo tengo muy claro que los niños que entran este curso con 3 años a los colegios de toda la región no sabemos qué necesidades van a tener a los 18 años para su proyección profesional. Por eso hay que darles capacidades y habilidades, enseñarles a trabajar juntos, en equipo, por proyectos... eso es lo que te pide la sociedad. Y que no dude ninguna familia que todos esos niños sabrán leer y escribir.

(La Nueva España)

Un guerrero en misión educativa

El nuevo coordinador de los colegios jesuitas del centro y noroeste de España es un apasionado del baloncesto y el trabajo en equipo

A. RUBIERA El día que nació, el 26 de diciembre de 1958 en el hospital de Jove, a los padres de José Manuel Guerrero Rodríguez deberían haberles dicho: "Enhorabuena, han tenido un alumno, profesor, director y coordinador de colegios de jesuitas". Así lo atestigua su fe de vida laboral, donde no hay otro ítem que registre el destino profesionales del implicado que no sea el que dice: "Colegio de la Inmaculada de Gijón". Y lo ratifican, también, los recuerdos del propio Jose Guerrero y su familia: "entré con 4 años de la mano de mi madre al colegio de la Inmaculada y nunca he salido". Hasta cuando estaba en la Universidad, cursando Geografía e Historia, la mayoría de las tardes se las dedicaba a su colegio, a colaborar con el padre Cuesta en las actividades deportivas, especialmente en lo relacionado con el baloncesto, la gran pasión de este gijonés de buen tamaño, que vive casi siempre ilusionado por todo y con una capacidad de trabajo acorde con su estatura, si no mayor.

En esa larga historia de dedicación a la misión educativa de los jesuitas en Asturias, José Guerrero acumula ya algo más de tres décadas como profesor, con etapas diversas de responsabilidad en su centro, ya fuera como responsable de paraescolares, formando parte del equipo de dirección o directamente como director (seis años, de 2009 a 2015). Y cuando él creía "que me iban a dejar tener unos años de tranquilidad hasta la jubilación", lo que le ha llegado es la encomienda de convertirse en el coordinador de todos los colegios de jesuitas de Asturias, Madrid, Galicia y Castilla-León. Y de nuevo está Guerrero ilusionado, optimista, encantado con la tarea de poner su grano de arena a algo tan grande como es la mejora de la educación en España, y en sacar el máximo provecho de la colaboración entre centros, multiplicando el ya de por sí gran poder educativo de la Compañía. Poco importa que eso le suponga iniciar el curso en León, tener la maleta siempre dispuesta, llevar cuenta con la situación de 14 colegios, mil docentes y18.000 alumnos. Está ilusionado y lo transmite.

Si tiene que ser sincero, lo único que dice que echará en falta en los próximos años será dar clase, porque ese es un vicio que aún no se le ha pasado. Le encanta, desde siempre, parafrasear a sus viejos profesores, plagar sus clases de apuntes de actualidad, o estimular a los adolescentes -lo suyo son las clases de Bachillerato- picando ese amor propio tan de la edad. Como cuando reta a sus alumnos a sacar la mejor nota que puedan advirtiéndoles de que "el 10 es para Dios, el 9 para mí, el 8 para el mejor y el siete a repartir entre el resto". "Es su manera de picar a los alumnos para que le superen", explican en su entorno.

Precisamente los alumnos de Bachillerato son los que suelen tenerle más cogida la medida a este gran docente, duro pero honesto, de ahí que muchos años haya sido de los profesores más escogidos para tutor. Mientras que su gran porte, su postura seria y estricta por los pasillos, y hasta sus voces airadas cuando hay que reñir, son temidas por los alumnos más pequeños. Porque los escolares más bisoños de La Inmaculada son los que aún no saben que detrás de la puerta del aula Guerrero se convierte en un profesor exigente pero cercano, de lecciones amenas pero intensas, y que llega a ser muy querido. Muchos de sus alumnos recordarán toda la vida sus lecciones sobre Roma, una de las ciudades de Europa a las que gracias a los viajes escolares puede haber ido 13 o 14 veces, logrando dar in situ clases memorables. Precisamente es la Historia del Arte, dicen, su asignatura preferida (aunque también ha sido profesor de Historia, de Geografía y de Latín) y la que posiblemente más disfruta enseñando.

Pero eso es porque no le han puesto a enseñar otra cosa, porque según ratifican en su entorno, este gijonés cabezón, maniático del orden (es capaz de detectar si alguien le movió un solo clip) y perseverante, saca adelante cualquier tarea que le pongan por delante a base de constancia, de echarle ganas y tiempo, de no claudicar nunca. "Sea la que sea la tarea que se imponga, se va a entregar al 150%" dicen sus conocidos.

Casado con Aurora García -otra profesora de jesuitas, aunque ella ejerce en el Revillagigedo- desde hace más de 30 años, padre de Marta y Javier, que igual por saturación no han tirado por la rama del magisterio, la familia tiene claro que siempre compartirán amores con el "el colegio de papá", La Inmaculada, como decían desde bien pequeños sus hijos. Y con la Compañía de Jesús, por supuesto, la orden cuya misión educativa es la misión misma de Guerrero, haciendo suya la necesidad de formar líderes competentes pero sobre todo grandes jugadores de equipo, y personas comprometidas y conscientes con el mundo en el que viven. El mismo José Guerrero lleva años demostrando que a su alrededor quiere compañeros que sepan trabajar en grupo, con los que sea fácil mejorar colectivamente. Por eso mismo el baloncesto, como ya se ha dicho, es su deporte. Donde se distinguió en Gijón, si no como jugador, como delegado o como miembro fundador, que lo fue, del Gijón Baloncesto.

Ahora que le toca coordinar un equipo más grande de lo que imaginó de docentes, alumnos y familias, sacará toda su positividad, su energía y su capacidad de trabajo para estar a la altura. Y cuando tenga que relajarse buscará algún rincón del jardín para distraerse o se meterá a la cocina, de donde dicen que le salen sabrosos platos. En esos momentos de distracción seguirá pensando, igualmente, en cómo mejorar la educación española, sobre todo estimulando y reconociendo a quienes tiene más cerca, al profesorado.

 

 

Foto Angel