Noticias / Antonio Escalera Busto (p.1967) cuenta cómo es la vida en Venezuela
Esta Noticia fue editada el: 21-12-2013

Antonio Escalera Busto (p.1967) cuenta cómo es la vida en Venezuela max-width=

(EL COMERCIO)

«Hace quince días que no tenemos leche en casa. Quieren otra Cuba»

AZAHARA VILLACORTA

«Es lamentable ver cómo se va desmoronando el Estado del Bienestar que había en España. Con todo, lo que tenéis ahí es muchísimo mejor que lo que hay en Venezuela»

El gijonés Antonio Escalera emigró a Maracaibo a los 23 años, donde se ha jubilado

Su tatarabuelo, Ramón Vigil-Escalera y Martínez Nava, tuvo 32 hijos. Una acrisolada estirpe de contadores, la de los Escalera, cuya historia ha documentado este gijonés hasta descubrir, por ejemplo, que «algunos miembros de la familia comenzaron a trabajar en el Ministerio de Hacienda Español haciendo carreras en la Administración Pública en las colonias de las Islas Filipinas entre 1869 y 1884».

Antonio Rodolfo Escalera Busto pertenece a la saga gijonesa de un clan que tiene otra de sus ramificaciones más señeras, la de los Vigil-Escalera, en Siero. Y, como muchos de sus antepasados, hizo las Américas cuando tenía tan solo 23 años, siguiendo los pasos de sus padres, que habían emigrado a Venezuela a finales de la década de los cincuenta en busca de fortuna. «Me dejaron en Asturias con seis o siete años y me crié con mis abuelos. A mis padres sólo los veía una vez al año. Un año a cada uno, porque se alternaban para venir de vacaciones. Esa es una historia que nunca se cuenta. No la de los que se fueron, sino la de los que se quedaron», reflexiona hoy Antonio, que narra que, cuando decidió ir tras ellos, aquel relato se convirtió en el de «un joven de 23 años que se encontró con dos extraños». Eso halló aquel joven en Venezuela, además de una ciudad, Maracaibo, «que era la antítesis de Gijón». Un paraíso donde «el cielo era azul todo el año, mientras que el Gijón de entonces era mucho más oscuro». Y, allí, abandonó los estudios de ingeniero químico que había iniciado en Oviedo para dedicarse al negocio familiar: una oficina de contadores «responsables y honestos» fundada por su padre en la que acaba de pasar el relevo a su hijo. Porque su otra hija, María, que le ha dado dos nietas, ha emigrado también. Ella, a Houston.

El calor que mantiene a la «agresiva» Maracaibo por encima de los 30 grados todo el año sigue igual que cuando puso el pie en ella por primera vez. «Dicen que es la ciudad más fría de Venezuela, por la cantidad de aparatos de aire acondicionado que hay», bromea.Lo que cambió con la llegada de Hugo Chávez fue la vida, explica. Un ejemplo: «Hace quince días que no tenemos leche en casa, a pesar de que nosotros tenemos relativa facilidad para conseguir determinados productos, porque llevamos la contaduría de varias tiendas. Quieren hacer de esto otra Cuba, pero, mientras que siga saliendo petróleo, no lo van a conseguir».

Faltan, dice, el azúcar, la harina, el papel higiénico... «Llevan catorce años de revolución y no han hecho nada por el pueblo más que atacar a la empresa privada y a los trabajadores. El pueblo sigue igual que hace catorce años», zanja Antonio, sobre mandatarios bolivarianos como Nicolás Maduro, «a los que hace mucho que se les fue la cabeza y hacen el ridículo».

Pero es que, como uno de los miembros más activos de la comunidad española en el centro económico más importante del occidente venezolano (unas 4.000 personas lideradas por canarios y gallegos, de las que alrededor de un 10% son asturianos, varios gijoneses, «algunos exalumnos de los Jesuitas») tampoco pasa por alto la situación en la que el Estado español y el Principado han dejado a sus emigrantes, con recortes en las ayudas que «hacen la vida muy dura a gente mayor que pasó toda su vida trabajando y que ahora no tiene nada. Ni siquiera acceso a la sanidad, que es un desastre».

«Es lamentable ver cómo se va desmoronando el Estado del Bienestar que había en España. Y, con todo, lo que tenéis ahí es todavía mucho mejor de lo que hay en Venezuela». De momento, Antonio Escalera seguirá disfrutando de lo mejor de los dos mundos: «En ello estamos. Y por eso pasamos en Gijón 5 ó 6 meses al año».

Foto Angel