«Si pierdes las elecciones, dimites. Yo lo hice como presidente de AP»
CHELO TUYA
«Fundé el partido con Álvarez-Cascos padre. Con el hijo no hablo de política porque puede que no tenga ganas de saber lo que yo le diga»
Claudio Fernández Junquera.Naviero, fundador del PP gijonés
Sus veinte años como presidente de la Cámara de Comercio de Gijón y vocal de El Musel ocupan mucho espacio en la hemeroteca. No ocupan tanto, sin embargo, hechos trascedentes como que dimitió ante Fraga por perder unas elecciones a las que no se presentó, que fundó la Agrupación Social Independiente (ASI), germen del actual PP gijonés, que fue concejal con el alcalde que decretó cómo los gijoneses debían utilizar la cuesta de Begoña -subir por la acera derecha y bajar por la izquierda-, o que es el creador de las empresas de autobuses y de aguas de Gijón. A sus 82 años, Claudio Fernández Junquera sigue al frente de GJunquera, la empresa creada por su abuelo y mentor, Gumersindo Junquera. El 22 de noviembre recibirá el VII Premio Trayectoria Ejemplar que entrega la Asociación de Mayores del PP.
-¿Es usted el 'culpable' de que exista el Partido Popular en Gijón?
-(Risas) No fui yo tan determinante.
-Fundó ASI y se convirtió en el primer presidente de AP en Asturias.
-Fui el primero, pero por desempate.
-¿Entre quién?
-Entre los siete partidos que formaron Alianza Popular. Un grupo de amigos habíamos creado en Gijón la Agrupación Social e Independiente (ASI). Cuando se lo conté a Torcuato Fernández Miranda, que había sido mi profesor, me dijo que el nombre le parecía pretencioso. Entendió que se llamaba 'así' y no 'asi'. Éramos cuatro gatos que poníamos el dinero de nuestro bolsillo y con esas credenciales me fui a Madrid a hablar con los siete.
-¿Y qué les dijo?
-Muy chulamente (se ríe) le dije al secretario que nos queríamos incorporar como grupo propio. Muy chulamente porque los siete eran Reforma Democrática, de Manuel Fraga; Unión del Pueblo Español, de Cruz Martínez; Acción Democrática, de Federico Silva; Democracia Social, de Licinio de la Fuente; Acción Regional, de Laureano López Rodó; Unión Social Popular, de Enrique Tomas de Carranza, y Unión Española, de Gonzalo Fernández de la Mora.
-Y los siete aceptaron.
-Debimos caerles en gracia. Cuando se fundó Alianza Popular, en Asturias me eligieron a mi por desempate, insisto. Cada partido quería a su candidato y debieron decir, bueno, que sea éste, (se ríe) que no molesta.
-¿Cómo recuerda aquella época?
-Estaba todo por hacer. Alquilamos un local en Gijón. En Oviedo lo pagó Luis Fernández Vega. Yo era presidente, pero quien trabajaba aquí todo el día era José María Álvarez-Cascos, el padre de Paco. En Oviedo contraté de secretario a Isidro Fernández Rozada.
-Y ahí sigue. ¿Es eterno?
-(Carcajadas) Es un hombre que se esfuerza por el partido. Se adapta bien a las realidades que tiene que vivir.
-Y llegan las elecciones de 1977, logran un diputado y usted dimite.
-Si pierdes unas elecciones, dimites, pones tu cargo a disposición del partido y eso fue lo que hice como presidente de Alianza Popular.
-Usted no se presentaba.
-Puse por escrito que nunca iría en una candidatura. Rechacé, incluso, ir al Senado. Administrar un partido y ser candidato son cosas diferentes. No todos valemos para lo mismo. En Estados Unidos nadie conoce a la maquinaria del partido, sólo al candidato. En las elecciones de 1977 yo era el presidente de AP en Asturias y sólo logramos un diputado. Eso fue perder y dimití.
-Y lo hizo ante Fraga.
-Me citó en su despacho de Madrid, a las 8 de la mañana, en pleno agosto. Cuando entré, él estaba de pie, restregándose colonia por ese pelo tan corto que llevaba. Debía tener mucho calor. Me dijo: «Debe presentarme su dimisión». Le contesté: «Ya la dejé presentada en Gijón». Siguió: «Habrá que organizar una gestora». Respondí: «Ya la dejé organizada en Oviedo». Debió considerar que me debía una explicación y me dijo que los empresarios no dan buena imagen en la política.
-36 años después de que usted dejara una gestora, aquí hay otra.
-Creo que la gestora está durando demasiado. Aunque pueden evitar conflictos internos.
-¿Vota con el corazón 'partío'?
-(Risas). Al principio más que ahora.
-¿Qué le dice a Cascos cuando le ve?
-Nada.
-Algo le dirá.
-(Se ríe) Fundé el partido con su padre y a Paco no le digo nada. Cuando nos vemos, tan amigos. Él puede que no tenga ganas de oír lo que yo le diga.
-¿Por qué?
-Porque tengo la confianza suficiente como para decirle ciertas cosas. ¡No me haga hablar demasiado! ¿No ve que le conozco de toda la vida?
«De Bárcenas no me pregunte»
-Y de Bárcenas, ¿hablamos?
-No me pregunte.
-Le tengo que preguntar.
-Que te engañe un subordinado puede pasar en todas partes.
-El subordinado también habla de sobres con dinero negro.
-Pero eso es indemostrable. ¿Quién va a firmar que recibe dinero negro? En esa lista de nombres él pudo poner lo que quiera.
-Igual sale usted.
-(Carcajadas) No traté con él. Además, nunca cobré de ningún puesto. En el Partido Popular puse, y pongo, dinero. Como presidente de la Cámara, nunca cobré nada. Incluso me pagaba yo los viajes a Madrid. Como vocal de El Musel nos daban una dieta tan pequeña que la juntaban toda para pagarla a final del año. Y corbatas, eso sí que tengo de El Musel: corbatas de todos los colores.
-¿No cobró como concejal del Ayuntamiento de Gijón?
-Tampoco.
-Dice que no quiso ser candidato, pero fue concejal.
-En aquella época -de 1961 a 1967-, no había políticos. Yo entré por el tercio familiar, con Cecilio Oliver como alcalde.
-¿El que reguló cómo pasear?
-(Risas) Sí. Decretó que los gijoneses tenían que subir la Cuesta Begoña por la derecha y bajarla por la izquierda. Era un personaje. Fue herido en la guerra y tenía una placa en la cabeza.
-¿Qué le dice un concejal al alcalde que regula el paseo?
-Cuando llegué ya había pasado todo. Apenas estuve cuatro meses con él. Le sustituyó Ignacio Bertrand.
-¿Cómo era aquel Gijón?
-Misérrimo. Yo llegué a un Ayuntamiento con 6 millones de pesetas de presupuesto. El departamento de aguas, por ejemplo, eran dos mesas dentro del departamento de ingenieros. En mi vida estoy muy satisfecho de mi paso por la Cámara y por El Musel, y también por el Ateneo Jovellanos -del que hice un edificio que, ahora, se ha tirado- pero, no es por presumir, sin la Empresa Municipal de Aguas, Gijón no habría podido vivir.
-¿Tan mal estaba?
-Peor. Antes de la EMA era un desastre. Por los grifos sólo salía el 30% del agua que entraba en la red. En el verano, sólo había dos o tres horas al día. Se llenaron las casas de depósitos en los tejados. Bertrand me pidió reorganizar el personal y la administración. Hicimos los mejores fichajes: Alfredo Villa, como Oficial Mayor y luego secretario, y Faustino González Alcalde, interventor.
-¿Villa hubiera entendido la destitución de Dora Alonso?
-De ninguna manera. Con él no podrían hacerlo porque la ley no lo permitía, y ahora así. No obstante, Alfredo Villa ha sido el mejor secretario que ha tenido el Ayuntamiento de Gijón. Con él pasaba las mañanas debatiendo y diseñando el Ayuntamiento que es ahora. Primero, la Empresa Municipal de Transportes.
-¿EMTUSA también es culpa suya?
-(Risas) No fue tan 'culpa'. Intervine menos en la organización. Negocié con el director de la compañía de tranvías, Pepe Luis Alvargonzález, el cese del servicio. Fue más complicado organizar la EMA.
-¿Por qué?
-Porque, ya digo, no había nada. Trajimos a unos ingenieros alemanes que quedaron espantados. Pidieron un mapa de la red y costó encontrar uno, el único que había, muy dobladito, muy viejo, todo pegado con esparadrapo... Ellos se pusieron a trabajar con su detector a buscar fugas.
-¿Y qué encontraban?
-Que las había por todas partes. Se echaban las manos a la cabeza. 'Tienen que hacer ustedes una red nueva', nos dijeron. Y se hizo. No toda del tirón. Y las pérdidas se redujeron al 18%. Gracias a la EMA.
-Ahora ¿está en peligro?
-Estoy preocupado.
-¿Por la imputación al gerente?
-Puede estar imputado, pero haber cuidado bien la red. El problema es que no sé si esa red está bien cuidada. Sí lo estaba con Pepe Caneja -José Luis Díaz Caneja-, al que fichamos Villa y yo. Él estaba en Belmonte de Miranda y con él la EMA se convirtió en una empresa próspera.
-¿No se portó bien el Ayuntamiento con Díaz Caneja?
-Para mí, no. Díaz Caneja fue un director excepcional. Pero no me pregunte, que es mi amigo.
«No se puede construir más»
-Y con usted, ¿se portaron bien?
-¿En el Ayuntamiento?
-En el Ayuntamiento, en la Cámara, en el Puerto, en el PP...
-Ninguna queja. Yo soy un administrador, una hormiguita. Quizá con el puerto tuve un final poco elegante... pero (se ríe) son mis amigos, así que no hay nada que decir.
-En el puerto ¿fue elegante el adiós a José Luis Díaz Rato?
-Se podía haber hecho de otra manera. Pero, tampoco me pregunte, que es mi amigo.
-¿Es amigo de Rajoy? Para preguntarle por él.
-(Carcajadas) No. Sí le puedo decir que creo que tendría que ir más adelante con las políticas para salir del pozo en el que nos dejó el Gobierno de Zapatero. Me hace gracia que los socialistas critiquen a los bomberos que están apagando el fuego que ellos encendieron.
-¿Los bomberos no se pasan con el agua?
-No. Mi temor es que el PP no gane las próximas elecciones...
-¿Cree que va a ganar Rubalcaba?
-Si el PSOE insiste con él como candidato (se ríe), no creo. Mi temor es que el PP no pueda seguir desarrollando las políticas que tienen que desarrollar. No volver al ladrillo. Está claro que no se puede construir una casa más. Sí acabar lo que esté empezado, como las carreteras e infraestructuras, pero hay que apostar por la energía. Siempre pensé que el gas es el futuro. Tenemos que empezar a sustituir el petróleo.
-Habla de las elecciones generales. Y en Asturias, ¿habrá tercera convocatoria anticipada?
-Sería una barbaridad que hiciesen eso. Tienen que apañarse como quieran. Pero, es lo de siempre, si el PP apoya al PSOE, luego dirán que votar a uno es como votar al otro.
-No se supone que estamos en crisis y que hay que ir de la mano.
-Eso es un acuerdo al estilo alemán, pero no estamos en Alemania.
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