«El Estado ha gastado en infraestructuras para Asturias más de lo que sería razonable»
«Usemos el agujero de la Cordillera para un tren rápido; el AVE perderá dinero a chorros todos los días»
«Es de traca que Cataluña llame de todo al Gobierno que la mantiene en pie con cientos de millones cada mes»
Álvaro FAES
En vísperas de la reforma del sistema de financiación autonómica, Madrid y Cataluña afilan sus posiciones para voltear un modelo que consideran injusto. A rebufo, otras comunidades se suman, mientras en regiones como el Principado se tientan la ropa ante lo que puede venir, bajo la sospecha de que no saldrán bien paradas de la revisión. Ángel de la Fuente (Gijón, 1962), economista, especialista en hacienda pública y estudioso de la financiación regional, investigador del Instituto de Análisis Económicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y miembro del comité asesor del presidente autonómico, Javier Fernández, analiza la situación desde la óptica asturiana. Advierte de que catalanes y madrileños deberían revisar sus postulados, pero también observa que Asturias está «bien tratada» en la financiación.
-Arranca el debate sobre la financiación autonómica y el Gobierno central anuncia que publicará las balanzas fiscales, ¿le parece un instrumento útil o una forma de embarrar la negociación?
-Yo desligaría las dos cosas. La financiación regional no puede basarse en las balanzas fiscales. Pero éstas pueden tener su interés y, en cualquier caso, deben publicarse por razones de transparencia. De la misma forma que los ciudadanos tienen derecho a saber en qué se gasta el dinero público, también deben saber dónde se gasta. No es normal que dos de las regiones más ricas de España, el País Vasco y Navarra, tengan un saldo fiscal positivo, es decir, que reciban más de la Administración central de lo que aportan. O que una región con una renta per cápita inferior a la media, como es Valencia, tenga un saldo negativo. Lo útil de las balanzas fiscales no son los saldos agregados -la diferencia entre lo que entra y lo que sale-, sino el detalle que hay debajo, los datos para cada impuesto y para cada tipo de gasto. En lo primero se mezclan peras con manzanas, en lo segundo hablamos siempre de la misma fruta y la cuestión de cuántas manzanas le tocan a cada uno es muy relevante.
-¿Es lógico comparar los ingresos fiscales de una autonomía con las inversiones del Estado o las transferencias para pensiones y subsidios?
-No. Ya he dicho que sumar peras con manzanas no suele dar resultados muy informativos. Pero conviene hacer bien las cuentas de los impuestos que realmente se pagan -o, mejor dicho, se soportan- en cada sitio y de lo que se destina a la financiación de ciertos servicios. No porque los que pagan más impuestos tengan derecho a mejores servicios, sino precisamente porque todos tenemos derecho a servicios similares y tenemos la obligación de pagar impuestos en proporción a nuestros recursos. Y también para que no nos metan goles tontos.
-¿Por ejemplo?
-Al Gobierno de la Comunidad de Madrid le ha dado últimamente por presumir de lo mucho que allí recaudan. Pero las cifras que utilizan tienen trampa. La mayor parte de las grandes empresas españolas tiene en Madrid su sede social y por lo tanto pagan allí todo su IVA y su impuesto de sociedades, pero estos ingresos provienen de impuestos que soportan los ciudadanos de toda España y no sólo los de Madrid.
-¿Tienen motivos para quejarse Madrid y Cataluña del sistema de financiación autonómica?
-No, muy pocos. Las dos están en la media en términos de financiación por habitante ajustado. Están razonablemente bien financiadas en términos relativos. Otra cosa es que lo pasen mal por la crisis y la bajada de los ingresos tributarios, como todas.
-¿Y la lista de agravios del Estado que ha sacado la Generalitat? Asturias lleva décadas a la espera de la Autovía del Cantábrico.
-Es un listado surrealista. Pero la lista de agravios asturiana no se queda muy atrás. El grueso de los supuestos agravios catalanes tiene que ver con una disposición adicional del Estatut en la que se exige un cierto nivel de gasto estatal en infraestructuras en Cataluña que el Tribunal Constitucional, con buen criterio, declaró inconstitucional. Mejor dicho, la reinterpretó como algo orientativo para que no fuese inconstitucional. Hay muchas más cosas discutibles en esa lista, pero es de traca que una comunidad autónoma que está prácticamente en bancarrota y sin acceso al crédito, que sólo puede seguir pagando sus nóminas y a sus proveedores porque el Gobierno central le deja todos los meses unos cuantos cientos de millones, tenga las santas narices de pasarse el día llamando de todo al Gobierno que la mantiene en pie.
-¿Y Asturias?
-La cosa no llega tan lejos. Se está tardando más de lo razonable en acabar la Autovía del Cantábrico, pero no deberíamos quejarnos del trato que hemos recibido en materia de infraestructuras. Se ha gastado bastante más de lo que habría sido razonable y buena parte en cosas difíciles de defender. El volumen de tráfico que tenemos con Madrid no da, ni de lejos, para un AVE. El agujero en la cordillera Cantábrica ya está hecho, así que usémoslo para un tren rápido y una buena vía de mercancías, pero no para un AVE, que perdería dinero a chorros todos los días. En Gijón tenemos un hermoso agujero debajo de la ciudad que no se sabe muy bien para qué sirve, una estación absurda plantada en medio de la autopista y un puerto enorme que jamás llenaremos. Tenemos unas autovías estupendas que, quitando ciertos tramos, suelen ir bastante vacías, así que no nos quejemos.
-¿Es coherente que Madrid baje impuestos con una mano y con la otra pida más al Estado?
-La responsabilidad fiscal es una de las grandes asignaturas pendientes del Estado autonómico y el ejemplo de Madrid es una buena ilustración. Me parece estupendo que las comunidades autónomas bajen sus impuestos, pero no con pólvora del rey. Si recaudas menos, tendrás que dar menos servicios, no pedírselo a la Hacienda central para que lo paguen entre todos los españoles.
-¿Pondría límites a la rebaja de impuestos para evitar competencia fiscal entre autonomías?
-No. En general, es muy sano que las autonomías compitan entre sí de todas las formas posibles, incluyendo la oferta de una fiscalidad atractiva. Lo que tiene que quedar muy claro en el futuro es que cada palo tendrá que aguantar su vela: el que quiera gastar más tendrá que subir impuestos y el que quiera bajar impuestos tendrá que gastar menos. Nadie debería ser capaz ni pensar en pasarle el muerto al Gobierno central.
-¿En qué ha fallado el actual sistema de financiación?
-Tiene varios problemas muy gordos. Del déficit de responsabilidad fiscal ya he hablado. Los otros dos son su enorme complejidad y falta de transparencia y un reparto muy poco equitativo de recursos entre comunidades autónomas.
-¿Cómo sale parada Asturias en el modelo vigente y qué riesgos corre con vistas a la reforma?
-Asturias está muy bien tratada en el sistema actual y es de justicia que pierda posiciones relativas con la reforma. El verdadero peligro sería que el sistema reventase y se fuera a un sálvese quien pueda con muy poca redistribución hacia las regiones más pobres. Puesto que estamos en este grupo, incluso en términos puramente egoístas, el principal interés de Asturias es preservar en la medida de lo posible el principio de igualdad. Pero no se puede invocar ese principio para mantener una posición de privilegio, cuando se está claramente por encima de la media.
-¿Tendrá encaje en el futuro modelo la reivindicación del Gobierno asturiano del concepto de población protegida para que se tengan en cuenta factores como el envejecimiento o la dispersión?
-Eso ya lo tenemos en el sistema actual de forma aceptable, me parece razonable. Lo previsible es que se mantenga o incluso se mejore mediante retoques a la fórmula para calcular la población ajustada.
-¿Urge una alianza entre autonomías ante los movimientos de Madrid y Cataluña, que parecen dispuestos a seguir Valencia, Baleares y Andalucía?
-Depende para qué. Una alianza que buscase preservar el principio de igualdad ante las presiones egoístas de algunas comunidades ricas tendría sentido. Una alianza de los que están bien tratados para mantener las desigualdades existentes sería una fuerza regresiva.
-¿No sería conveniente analizar el coste de los servicios públicos universales en cada territorio para que la negociación no se quede en el mercadeo de un tira y afloja?
-Sería muy útil, pero saber lo que cuesta cada cosa no es saber cuánto hay que darle a cada uno. Habría que especificar la cesta de servicios que tienen que ofrecer las autonomías. Sería un disparate.
-¿Es una coincidencia que las reivindicaciones soberanistas de Cataluña se disparen en vísperas de la reforma del sistema de financiación?
-La sobreexcitación independentista responde a una estrategia muy calculada. Va más allá de la financiación. Se trata de aprovechar la mala leche generalizada que deja esta crisis tan larga para ver hasta dónde pueden llegar.
-¿Son una anomalía los cupos vasco y navarro? ¿Ha llegado el momento de revisarlos?
-Son una anomalía en un doble sentido. Institucional, porque dan más autonomía fiscal a unos territorios que a otros. Y financiera, porque también les otorga una financiación autonómica mucho más favorable que al resto. Lo primero es soportable mientras se trate de una pequeña parte del país. Lo segundo es más difícil de aceptar, porque viola el principio de igualdad de una forma descarada y eso cabrea a la gente. Y porque es un factor de inestabilidad para el resto del sistema. Es comprensible que otras regiones ricas aspiren a lo mismo. Pero si se les da, no habrá recursos para asegurar que las autonomías con menor renta puedan ofrecer un nivel comparable de servicios públicos. Y eso no puede ser.