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Esta Noticia fue editada el: 06-02-2015

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(REAL SPORTING)

El Café Dindurra y el Sporting… 75 años después

Viernes, 30 de enero de 2015

Hoy se cumplen 75 años de la constitución de la primera Junta Directiva del Sporting tras la Guerra Civil Española, que tuvo por escenario el Café Dindurra. Para los anales quedó aquel 30 de enero de 1940.

La fecha era la que era, pero ¿el lugar? ¿El histórico y ahora remozado café del Paseo de Begoña? Lo explica el hecho de que el Sporting se había quedado sin sede durante el conflicto armado. Había ido salvando la situación gracias a unas pequeñas dependencias cedidas por el Círculo Mercantil. Durante aquellos infaustos meses de beligerancia, allí guardó sus mínimos enseres y los pocos trofeos que lograron salvarse en medio de la contienda. Ninguno de los de plata regresaría ya a las vitrinas sportinguistas.


Secundino Felgueroso, nuevo presidente

La Federación Española de Fútbol acababa de facultar directamente a Secundino Felgueroso Fernández-Nespral para que tomara de inmediato las riendas del Sporting e intentara reflotarlo.
Así trasladó la encomienda el propio Secundino Felgueroso a quienes había citado en el café. Les mostró la comunicación oficial que le había remitido la Federación Asturiana procedente de las instancias superiores y, tras explicarles la complicada situación en la que se encontraba el Sporting, les animó a acompañarle al frente del mismo.
Tras un primer cambio de impresiones, aquel 30 de enero de 1940, sobre el mármol de una de las mesas del Café Dindurra, Secundino Felgueroso Fernández-Nespral firmaba la constitución de la que pasaba a ser la nueva Junta Directiva del Real Sporting de Gijón.

Sí, todavía Sporting, nombre del que se le despojaría justo un año después, al denostarse gobernativamente los anglicismos en el país. Cuando así ocurrió, el propio presidente pidió que constara el sentir del club: “En requerimiento de la Federación Española de Fútbol y en vista de órdenes superiores (…), se acuerda con gran sentimiento de todos los presentes sustituir por el de Real Gijón nuestra antigua y gloriosa denominación de Real Sporting”.
Pero, con el callado testimonio de las columnas del Dindurra, volvamos a aquel 30 de enero de 1940, cuando el nuevo presidente rojiblanco firmaba su primera acta para dar traslado a la que a no mucho tardar pasaría a ser también Federación Astur Montañesa.

Con la aquiescencia de todos los presentes, la Directiva quedó integrada por Dionisio Nespral, vicepresidente; Alejandro Roces, tesorero; Lino Cuervo, contador; Roberto Vega, secretario; Emilio Llorián, vicesecretario, así como Enrique Guisasola, Juan Velasco, Francisco Quirós, José Montes, Ángel González y Walter Michael, vocales.

Otros apellidos de colaboradores con los que pasaba a contar el club a diversas instancias serían “los señores Lueje, Fanjul, Baquero, Menéndez y Campomanes”, según refrendan las crónicas de entonces.

En siguientes remodelaciones directivas, todos los citados acabarían siendo dirigentes directos del club rojiblancos; los dos últimos, incluso accedieron a su presidencia.

El presidente del primer ascenso

Secundino Felgueroso Fernández-Nespral, continuador de la emprendedora familia empresarial carbonera, era ingeniero de Minas y sería también presidente de la Junta de Obras del Puerto de Gijón, así como consejero delegado de Duro-Felguera y de Uninsa, entre otras responsabilidades que asumió a lo largo de su dilatada carrera profesional y empresarial.

Se mantuvo como presidente rojiblanco hasta 1945 con el honor y disfrute de serlo coincidiendo con el primer ascenso a la División de Honor, en la temporada 1943-1944. Gijón vivió entonces una explosión de júbilo cuando el equipo sportinguista, en autocar descubierto, hizo su entrada en la ciudad con la vitola ya de nuevo equipo de Primera.

Secundino Felgueroso había cultivado su afición al fútbol muy especialmente durante sus estudios de bachillerato que cursó en el Colegio de la Inmaculada, situado en la cuesta de Ceares, bautizada como avenida de los Hermanos Felgueroso, con la que Gijón quiso reconocer en su nomenclátor a quienes habían sido los ancestros del nuevo presidente rojiblanco.

Por coincidencia de nombre y primer apellido conviene no confundirle con su primo Secundino Felgueroso; Fernández-Figar de segundo, que había sido vicepresidente sportinguista en los años veinte con Ismael Figaredo y que previamente había sido asimismo un avezado delantero, doblemente rojiblanco: como sportinguista y como “colchonero”, ya que también vistió la camiseta del Athletic capitalino al acudir a estudiar Madrid, donde posteriormente desarrollaría su carrera como ingeniero.

Manolo Meana, entrenador y químico

En el apartado deportivo de aquella temporada 1939-1940, Manolo Meana accedió a responsabilizarse de las riendas técnicas del equipo. Volvía al banquillo rojiblanco para ser el primer entrenador tras la Guerra Civil.

Pasó a hacerlo a la par que mantenía su trabajo de químico en la fábrica de Moreda, adonde se había incorporado cuando todavía era jugador del equipo sportinguista.

Años después, Manolo Meana, el primer jugador internacional que tuvo el Sporting en su historia, que llegó a compatibilizar el terreno de juego con el banquillo, sería también seleccionador nacional durante tres años y el primer director de la Ciudad Deportiva del Real Madrid, que diseñó Santiago Bernabeu a comienzos de los años sesenta.

Las verbenas de El Japonés

La reunión constitutiva que se llevó a cabo en el Café Dindurra en aquel el 30 de enero de 1940 había sido el pistoletazo de salida para intentar levantar al Sporting en medio de un difícil contexto social, que traducía en blanco y negro la realidad de un país desnutrido y debilitado tras un conflicto de la cruel naturaleza de la que había sido nuestra última contienda civil. Tampoco la posguerra se mostraba fácil a ojos de la ciudadanía.

Al Sporting le quedaban 2.200 socios para su vuelta a la escena. Se necesitaban fondos para poder reactivar a un equipo que estaba obligado a profesionalizar a sus jugadores, dadas las nuevas directrices federativas que se habían tomado.
Todas las ayudas para el reflotamiento eran pocas. La Directiva procedió a contactar con industriales y comerciantes de la plaza, a la par que organizaba rifas y verbenas en El Japonés, simpar escenario de la calle de Asturias donde muy pronto una jovencísima Lola Flores comenzaría a cosechar grandes éxitos.

Al abrigo de la “prensa rosa” de los años cuarenta, que era más propiamente de boquilla que de papel couché, se hilvanaba el nombre de la tonadillera junto al del futbolista gijonés Perico Pena.

Cuando tiempo después Lola Flores triunfó con la canción “Pena, penita, pena” se volvió a rescatar el chascarrillo. Parecía inevitable en aquel Gijón de fútbol y socarronería. La coincidencia de la copla pareció una mera casualidad, aunque mereció desmentidos.

Vuelta al rodar del balón, con Cholo Dindurra (nieto del fundador -entre otras instituciones del ocio gijonés- del Teatro Dindurra, rebautizado Jovellanos) todavía de estudiante en Madrid, donde pasaría a defender los colores blancos del club de Chamartín, el equipo gijonés formaba en aquella temporada 1939-1940 con Luisín, Rubiera, Calleja, Pin, Héctor, Samina, Ario, Acebal, Agustín, Félix, Vigil, Rubio, Cabal, Emilio… y Pena, que había regresado eventualmente cedido a El Molinón ante la dispensa federativa recibida por el Oviedo, su equipo por entonces, cuyo campo quedó devastado por la Guerra Civil.

El Molinón tampoco estaba para muchos festejos, tras sufrir el campo rodaduras de cemento y grava durante la guerra, puesto que había sido convertido en un improvisado depósito de vehículos. Hubo que levantar en su totalidad el terreno de juego para replantarle hierba.

De hecho, hubo incluso que retrasar las previsiones iniciales para poder volver a jugar allí, dado que los últimos meses de 1939 dejaron, además de melancolía, intensas lluvias: la replantación necesitó de más tiempo del previsto inicialmente.
Sería el motivo por el que el Sporting-Círculo Popular de Langreo, correspondiente al Campeonato Regional, que ya tocaba a su final, tuvo que jugarse en el campo de Las Palmeras, en El Llano.

75 años después

Como una parte más de este cruce de caminos y nostalgias, Javier Martínez, miembro del Consejo de Administración del Sporting, es precisamente ahora uno de los propietarios del negocio del Café Dindurra.

Más allá de la efeméride en sí y tras la remodelación que ha sufrido el establecimiento hostelero, el a la par empresario y consejero rojiblanco ha cursado cariñosa invitación a Abelardo y a su equipo, lo que se plasmará el jueves, 5 de febrero, tras el partido de este fin de semana en Ponferrada.

Tertuliano, generacional, con miles de nombres y renombres a su recaudo, y feudo de infinitos sueños y realidades a lo largo de su tránsito por los últimos tres siglos, el Café Dindurra ha sido un insustituible referente intelectual, artístico y social de Gijón. Como queda reflejado, también ha sido un mudo testigo del devenir centenario de nuestro Sporting.
Ambos, café y club, atesoran una fecunda historia que hunde sus raíces en el más profundo de los arraigos de la ciudad.
75 años después, el Sporting asoma de nuevo por la puerta del gran café gijonés.

Foto Angel