Noticias / Artículo de José María Cabezudo (p.1971) en La Nueva España
Esta Noticia fue editada el: 04-03-2014

Artículo de José María Cabezudo (p.1971) en La Nueva España max-width=

(LA NUEVA ESPAÑA)

Un obispo para los demás

En memoria de monseñor Arnaiz Zarandona y su ingente labor social y pastoral en la República Dominicana

José María Cabezudo Coordinador de la Red Ignaciana de Asturias

Poco conocido en Asturias, pero respetado líder social comprometido con los más débiles y uno de los sacerdotes más influyentes de la Iglesia Católica de la República Dominicana, falleció el pasado 14 de febrero, en la ciudad de Santiago de los Caballeros de aquel país, el jesuita español Monseñor Francisco José Arnaiz Zarandona, SJ, obispo emérito de Santo Domingo.

Aunque nacido en Bilbao el 9 de marzo de 1925, al poco tiempo, como consecuencia del fallecimiento de su madre, se trasladó a vivir Gijón -a la plazuela de Cápua- con su padre y sus tres hermanos, Sabino, Juanita, y Blanca, religiosa de la Asunción, que es la única que vive en la actualidad. Con el inestimable apoyo que su tía Aurora prestó a su padre, los cuatro hermanos crecieron y se educaron en unos años muy difíciles de nuestra historia, en los que "Pepe" -como era conocido por familiares y amigos- descubrió su vocación religiosa frecuentando las congregaciones de los Kostkas y de los Luises. Al ingresar en la Compañía de Jesús en 1941, abandonó esta villa en la que vivió su infancia y juventud, y a la que ha permanecido permanentemente unido desde la distancia, no sólo por medio de sus lazos familiares y por los amigos que aquí dejó, sino también por el seguimiento cotidiano de lo que aquí sucedía -Sporting incluido, del que era fiel seguidor- a través de lo publicado por la prensa asturiana.

En su formación como jesuita adquirió una sólida formación intelectual y académica, obteniendo las licenciaturas en Humanidades (La Habana, Cuba) y en Filosofía (Universidad Pontificia de Comillas, España), el doctorado en Teología (Universidad Gregoriana, Roma), y la especialización en Psicología y Psiquiatría, y en Espiritualidad Ignaciana.

Tras ser ordenado como sacerdote en 1955, Arnaiz tuvo importantes responsabilidades en la Compañía de Jesús, entre las que destacan el haber sido profesor en el Seminario de Puerto Rico, rector del Noviciado-Juniorado de La Habana, y director de la Casa de Ejercicios San Ignacio de Loyola de la capital cubana.

En 1961, tras el triunfo de la revolución, fue expulsado de Cuba, trasladándose a la República Dominicana, país donde permaneció hasta su fallecimiento. Eso sí, al encontrarse años más tarde con Fidel Castro, Mons. Arnaiz espetó valientemente al dictador: "Yo me maté por Cuba y tú tuviste la candinga de meterme en un barco con otros 130 sacerdotes".

Establecido desde entonces en la República Dominicana se dedicó no sólo a trabajar en lo pastoral y en la docencia, sino a influir en la sociedad dominicana, desde su sagaz y sensible conciencia política y social, siempre en beneficio de los más necesitados. Denuncias suyas como "La gran preocupación del poder público tienen que ser los que están más lejos y los que están más abajo, porque los que estamos más arriba nos defendemos nosotros mismos. El pobre no tiene con qué defenderse y uno tiene que acudir al necesitado" o "la sociedad política es la llamada a resolver los problemas que se crean en la sociedad civil. Si no es capaz de resolverlos, que se retire" reflejan claramente su firme y comprometido talante. Entre sus actividades sociopolíticas en aquel país fue fundador y director del Centro de Información y Acción Social de Santo Domingo, fundador del Centro de Formación y Acción Agraria, y asesor de la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos y de la Federación de Ligas Agrarias Cristianas.

De sus responsabilidades eclesiales destacan haber sido rector del Seminario Pontificio de Santo Domingo, Secretario General de la Conferencia del Episcopado Dominicano, delegado de la Conferencia del Episcopado Dominicano a todos los diálogos sociales, y presidente de la Comisión Doctrinal.

El 2 diciembre de 1988 fue nombrado Obispo, recibiendo el 6 de enero de 1989 su consagración episcopal de manos del Papa Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro del Vaticano. En ejercicio de su cargo episcopal fue Vicario Episcopal para la Universidad Católica Santo Domingo, Presidente del Departamento de Vida Consagrada del CELAM. Como obispo le fue aceptada su renuncia en julio de 2002 por razones de edad.

Asistió a las sesiones del Concilio Vaticano II como teólogo de Monseñor Octavio A. Beras, Arzobispo de Santo Domingo. Participó en los seis primeros Sínodos Mundiales de Obispos, como teólogo del CELAM en la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Puebla), y como ponente en diversos Congresos Mundiales y semanas de estudio de Sociología, Teología y sobre los Ejercicios Espirituales de San Ignacio.

Como escritor deja el legado de cerca de veinte libros, entre los cuales destacan: "Dinámica Egocéntrica (1967)", "Los Ejercicios Espirituales para el hombre (1973)", "Datos y Análisis para la Historia (1981)", "Albores de la fe (1989)", "El Celibato (2003), "Fisonomía de Cristo (2005)", o "La madurez de los pueblos exige tiempo (2006)". También nos deja su huella escrita en su columna semanal en Listín Diario, decano de los periódicos dominicanos, donde empezó a colaborar en 1966, año desde el que ininterrumpidamente publicó bajo el título "Pensamiento y vida", por tocar temas teológicos, filosóficos o culturales o hacer comentarios sobre la vida nacional.

En reconocimiento de sus méritos y servicios a los demás, ha recibido diversas distinciones entre las que destacan las siguientes: "Pro Ecclesia et Pontífice" (Santa Sede); Medalla del mérito de la Emigración (España); Doctorado Honoris Causa por UTESA (Santo Domingo); Doctorado Honoris Causa por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra; Condecoración Duarte, Sánchez y Mella en el grado de Gran Oficial, y Gran condecoración de la Orden de Malta. Su prestigio en la República Dominicana ha sido tal que el Instituto Postal Dominicano (INPOSDOM) emitió en 2011, con motivo del cincuentenario de su labor pastoral, un sello en reconocimiento y agradecimiento por "su grandiosa labor social, magisterial y pastoral" en favor de dicho país, en el que aparece la imagen de Monseñor Arnaiz, y las banderas dominicana y española.

Cuenta su familia que en los últimos días de su enfermedad, estando ingresado en el Hospital de Santiago de los Caballeros, un día sonó el teléfono y una voz dijo que si se podía poner Monseñor Arnaiz de parte del Papa Francisco, que le llamaba para interesarse por su salud. La enfermera pensó que era una broma y dijo "y yo soy Santa..." y el Papa colgó. Acto seguido Francisco llamó al superior de la comunidad donde el obispo residía y le comentó lo que había pasado, quedando que Arnaiz le llamase cuando saliese del hospital y estuviese mejor. Llamada que no llegó a producirse, por desgracia.

Foto Angel