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Los pioneros del colegio de La Inmaculada.
Esta Noticia fue editada el: 10-10-2020

El 130º aniversario del colegio en la prensa max-width=

(La Nueva España)

Los pioneros del colegio de La Inmaculada

El centro de los jesuitas de Gijón recibió a sus primeros alumnos hace 130 años y entre sus reglas escolares iniciales estaba la obligación de “no mostrar que se va de mala gana”

Luis Miguel Piñera - El 30 de septiembre de 1890, martes aquel año, entraron en el colegio de La Inmaculada los primeros alumnos de su historia. La institución educativa mantiene su labor en la ciudad desde hace ahora 130 años. En 2017, el Ayuntamiento de Gijón concedió la Medalla de Oro a la Compañía de Jesús que regentó en la ciudad, además del colegio de la Inmaculada, el Hogar de San José, la Fundación Revillagigedo y la Universidad Laboral.

Se había colocado la primera piedra del colegio de los jesuitas el domingo 3 de febrero de 1889, y ello a cargo del obispo de Oviedo, el dominico Ramón Martínez Vigil. El lugar donde hoy seguimos viendo el Colegio, en la avenida de los Hermanos Felgueroso, era llamado entonces “subida a Ceares” y también “El Real”. Con el tiempo se llamó a la zona “barrio de Cienfuegos” e incluso “barrio de los jesuitas”; en cualquier caso estaba entonces “en las afueras de la villa en una barriada cercana a Begoña”.

Dado que el día para colocar y bendecir la primera piedra resultó muy tormentoso, se levantó un pequeño barracón techado para que el acto fuera posible. Tras ello, las autoridades asistentes (religiosas, civiles y militares) se trasladaron al hotel La Iberia, que regentaba el francés Luciano Malet, para asistir a un ágape. Estamos en el número 24 de la calle Trinidad, en la esquina con los Jardines de la Reina. Tras las obras oportunas con los años, ese hotel Iberia fue hotel Saboy y luego, Saboya. Ese primer tramo de la calle Corrida fue durante años la parte final de la calle Trinidad.

El 16 de julio de 1890, los jesuitas empezaron a vivir en el nuevo edificio y, por fin, el 30 de septiembre de 1890, ahora hace 130 años, se inauguró el primer curso del Colegio de la Inmaculada Concepción con la entrada de 86 alumnos internos y 29 externos. Con el paso de los años se ampliaron las instalaciones y las relacionamos ahora hasta la celebración de las bodas de plata en el año 1915. Primero, en el año 1892, se inauguró la iglesia que sustituía a una pequeña capilla que estaba en el primer piso. Esa iglesia fue destruida durante la Guerra Civil, como todo el colegio que en esos años era el cuartel del Regimiento de Infantería de Montaña Simancas número 40.

Luego se inauguró el salón de actos y el frontón de pelota vasca (1896), ya en el siglo XX se inauguró el monumento a la Virgen en un patio (1904), aparece el primer número de la revista “Páginas Escolares” en el año 1904, y en 1914 se crea la Asociación de Antiguos Alumnos. Nada más cumplir en el año 1915 los 25 años el Colegio recibió la visita de la infanta Isabel de Borbón y Borbón, hija de Isabel II y de Francisco de Asís de Borbón y conocida como La Chata.

Se conserva en la Biblioteca Asturiana del Padre Patac el catálogo de alumnos de ese primer curso del Colegio, 1890-1891, y vemos entre ellos a niños gijoneses como Carlos Cienfuegos-Jovellanos Bernaldo de Quirós, Gaspar Díaz Valdés-Hevia, Gumersindo Junquera Blanco, José Vigil-Escalera, Gerardo García-Gilledo Cavo, Manuel Antonio González del Valle Sarandeses, Benito Delbrouck García-Ciaño, Ramón García Rendueles, Juan González-Candamo Armada, Valentín Piñole Cavo, Manuel Navia-Osorio Castropol… En la relación todos los alumnos tenían el tratamiento de don.

El tercero de esa lista, Gumersindo Junquera Blanco estudió ingeniero de Minas y fue presidente de la Junta de Obras del Puerrto. El segundo alumno de esa relación, Gaspar Díaz Valdés-Hevia, fue con el tiempo, entre 1914 y 1917, el primer presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos. Fue Gaspar presidente del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Asturias y en 1920 compró la quinta La Corolla en Somió.

El primero de esa lista, Carlos Cienfuegos-Jovellanos Bernaldo de Quirós, está considerado como el primer alumno de la historia del Colegio ya que estaba matriculado desde la colocación y bendición de la primera piedra.

Hay que decir que ese niño de doce años, Carlos Cienfuegos-Jovellanos, fue a medio plazo alcalde de Gijón. Seguramente fue el alcalde más joven de la historia de Gijón porque tomó posesión el 1 de julio de 1909 cuando tenía solamente 30 años. Es más, cuando tenía 28 años era teniente de alcalde y ocupó el cargo de alcalde (por enfermedad de Jesús Menéndez Acebal) durante unos meses del año 1907.

El primer Padre Rector del Colegio de la Inmaculada fue Domingo María Landa, fue rector desde ese 1890 hasta 1898. En ese primer curso el alumno más destacado, Brigadier del Colegio, fue Serafín Hervella Mejías que en 1908 ya era notario.

En esa biblioteca -formada, ampliada y conservada por el padre José María Patac de las Traviesas- está el libro “Reglas de los Alumnos del Colegio” editado en 1892, dos años después de la apertura del Colegio. Vemos alguna cosa. Por ejemplo en las filas de alumnos por el Colegio no solamente era obligado el silencio sino que estaba prohibido “mostrar que se va de mala gana y hacer ciertos meneos de cuerpo y brazos propios de gente rústica o de un mal alumno”.

En el comedor “se evitará mirar al plato de los demás, manosear el pan y si algún plato no gusta no lo rehúsen, hagan algún esfuerzo para irse acostumbrando”. Cuando recibían la visita de los padres se aconsejaba que “a pesar de la confianza que deben tener con los padres no se olviden los alumnos de las reglas de urbanidad, saludando a los presentes y preguntando por los ausentes”.

Los alumnos tenían uniforme. Todos iban con una chaqueta cerrada, pantalón oscuro y visera. El pantalón llevaba una franja lateral desde la cintura hasta el final del pantalón, de color dorado; la levita llevaba en las bocamangas la misma franja dorada. La visera tenía una franja del mismo color y el escudo del colegio.

Entre esos pioneros del colegio de la Inmaculada vemos también, además de los citados, a un niño de diez años domiciliado en Oviedo, en la calle Campomanes número12, y de nombre Ramón Pérez Fernández. Se trata del luego conocido periodista y escritor Ramón Pérez de Ayala que en el año 1910, con 30 años, publicó su segunda novela con el título de “AMDG”, como alusión al lema de los jesuitas “Ad Maiorem Dei Gloriam”, “A Mayor Gloria de Dios”. En “AMDG” relata Pérez de Ayala, con el nombre ficticio de Alberto Díaz de Guzmán, “Bertuco”, su vida como alumno del Colegio de la Inmaculada.

Foto Angel