Noticias / Semblanza de Juan Figaredo Pidal (p.1969) en la prensa
Desde hace 28 años forma parte del grupo de rescate de Bomberos de Asturias
Esta Noticia fue editada el: 22-04-2018

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(La Nueva España)

Juan Figaredo Pidal | Médico rescatador de Bomberos de Asturias

El salvador de las cumbres

El bisnieto de Pedro Pidal es, a sus 66 años, médico rescatador y no piensa en jubilarse porque su profesión aúna sus dos pasiones: la medicina y la montaña

M. G. Salas - Juan Figaredo Pidal es incapaz de elegir entre la medicina y la montaña. Le apasionan ambas y de momento ha sabido compaginarlas: es médico rescatador. En la profesión lleva ya ocupado 28 años, casi desde los orígenes del grupo de rescate de Bomberos de Asturias, formado en 1988. Este gijonés bromea a menudo con que nunca se jubilará. Tiene 66 años y continúa al pie del cañón. Lo de la medicina tiene difícil explicación -en la familia sólo hubo un médico, su tío Nica, que nunca ejerció- pero la afición por la montaña viene impresa en su ADN. Es bisnieto de Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa, héroe del alpinismo español al ser el primero en subir el Urriellu en 1904 y promotor de la declaración del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, cuyo centenario se celebra este año.

Figaredo también escaló el Naranjo de Bulnes pero para salvar vidas. Recuerda un rescate en la vía Pidal, la que precisamente abrió su bisabuelo, de un chaval con una cadera rota. Rapeló hasta alcanzarlo y cuenta que "fue precioso" bajar con él a la espalda. Desgraciadamente también hay historias trágicas en su trayectoria. Siempre menciona tres: el accidente del autobús escolar de Buelna, el de los Boy Scots de Pola de Lena también en autocar y el de una niña inglesa de 11 años a la que le cayó una piedra en la cabeza por el Camburero. Este médico, nacido en la Nochebuena de 1951 en Madrid aunque criado en Gijón, es de los que no ocultan sus emociones. No niega que siente miedo cada vez que sube a una montaña o entra en una cueva. Pero la pasión le puede; ayer mismo estuvo en el puerto de Leitariegos avistando fauna salvaje. Sus amigos dicen que es igual que un GPS: gran conocedor de las cumbres, donde se orienta a la perfección.

Juan es el segundo de los siete hijos (María, Covadonga, Luis, Alejandro, Pedro y Teresa) del matrimonio formado por Juan Figaredo Sela y María Pidal y Martínez de Irujo. Su padre fue director general de Banesto, pero al cesar en el cargo toda la familia regresó a Gijón. Juan tenía 3 años, de manera que la memoria de su infancia no tiene más encuadre que el delimitado por las caleyas de Somió. Estudió el Bachiller en el Colegio de la Inmaculada, de los Jesuitas, y la carrera de Medicina, en la Universidad de Oviedo. No hizo el MIR porque en aquel tiempo había muchas dificultades para acceder, así que durante varios años fue ayudante de cirugía de Santiago Barandica. Hasta que puso su propia consulta de medicina general con otros: María Peláez, Pepe Fernández Bernedo y Paula Antuña.

La actividad de rescatador se inició en Asturias tras la desaparición en los Picos de Europa del niño de 13 años Germán Quintana en una excursión del colegio Loyola de Oviedo. En su búsqueda ayudó un equipo vasco. Fatalmente, el día que abandonaron el rastreo, con siete personas a bordo -cinco vascos y dos asturianos-, el helicóptero se estrelló. Por aquel entonces, todos los rescates los hacían voluntarios de las federaciones de montaña, así que Pedro Silva, presidente del Principado en aquella época, decidió que era necesario crear un grupo específico. Fue en 1988, pero Juan Figaredo no se unió al equipo hasta finales de 1990 por influencia de los médicos Pepe Suárez y Jaime Ramón Guerrero. Junto a ellos, Manolo Rodríguez, Silvino Falcón y Fernando Viribay fueron durante años sus compañeros en La Morgal.

La lista de rescates de Juan Figaredo es interminable. Hace una media de 400 servicios al año, no sólo en montaña, sino también en cuevas. Considera las intervencions en grutas lo más difícil de su profesión. Sobre todo, las cuevas de los Picos, consideradas el Himalaya de la espeleología. A pesar de que su trabajo se desarrolla en la naturaleza, Figaredo aprovecha sus días de descansos para salir al monte. Es un gran aficionado a la caza -al igual que toda su familia- y a la fotografía. Tiene una anécdota de cuando era niño y es que cuando se ponía "insoportable" en casa le decían: "Hala, vete al monte". Y la montaña sigue yendo en busca de paz.

Está casado con Machena García- Santamarina Ruiz y tiene un hijo, Juan, que trabaja en la banca en Madrid. Siempre vivió en Somió, aunque desde hace algunos años reside en Quintes. Y mantiene su consulta privada en la calle Cabrales, donde hace reconocimientos médicos a pilotos de aeronaves. Quienes lo conocen dicen de él que es una persona muy familiar y discreta. De hecho, nunca presume de ser nieto de Pedro Pidal. "Hay que sacárselo a la fuerza", bromea su amigo Pepe Suárez, que destaca que en lo profesional es "muy tranquilo y persistente". "Es muy valioso para el grupo y a lo largo de su carrera ha hecho rescates de toda índole", cuenta su ex compañero Jaime Ramón Guerrero. El que fuera también médico rescatador recuerda que la primera intervención de Figaredo fue en un río "nada más pisar la base de La Morgal". "Fui yo con él, pero se desenvolvió muy bien", rememora. Su amigo Luis Antuña también asegura que "es muy amigo de sus amigos" y que cualquier excusa es buena para salir al monte.

Foto Angel