Noticias / A Pedro Cifuentes, en el corazón de los antiguos alumnos y de su Asociación
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Esta Noticia fue editada el: 09-07-2017

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A Pedro Cifuentes, en el corazón de los antiguos alumnos y de su Asociación

Así reza la cinta de una de las muchas coronas de flores que le acompañaban hoy, y es así porque Pedro era una de esas personas que nacen con el don de llegar ahí, al corazón de quienes le conocen. Son tantos los testimonios y mensajes de cariño que podríamos recoger, como las personas que tuvimos la suerte de conocerle.

Desde la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio hemos querido reunir aquí recuerdos de tres generaciones de antiguos alumnos cuyas palabras son, sin duda, las de cualquiera de nosotros. José Antonio Fidalgo, compañero de estudios primero y de docencia después, nos habla del amigo. Jaime Fernández-Paíno, antiguo alumno de una de las últimas promociones que tuvieron la suerte de recibir su magisterio, nos recuerda al maestro. Y finalmente, Paula Fernández, hija de un compañero de promoción, alumna, amiga y en los últimos años compañera en la junta directiva de la Asociación, nos retrata lo que todos los antiguos alumnos sentimos ante esta pérdida.

Sirvan estas palabras para aliviar nuestro dolor pero, sobre todo, para reafirmar nuestra fe en que Pedro vive y vivirá por siempre en los corazones de quienes le conocimos.

 

PEDRO MENÉNDEZ CIFUENTES, S.J.; UNA SONRISA EN EL CIELO.

Por José Antonio Fidalgo Sánchez (Promoción 1957)

La noticia, aunque esperada, fue para mí, más que un mazazo de dolor, un sentimiento de pena y a la vez de alegría.- Pena porque perdía a un  compañero y amigo de bachillerato (él, promoción 1956; yo , promoción 1957) y compañero y amigo de docencia en el Colegio de la Inmaculada (PP. Jesuítas.- Gijón) desde 1969.-

Una convivencia y amistad de bachilleres jugando al frontón con Alfredo Somolinos, Pablo de León, José Santamarta o charlando sin más con el gran sabio, compañero  jesuita, que fue Enrique Menéndez Ureña.-

Pero alegría porque se y viví intensamente la personalidad de Pedro.- El, siempre con la sonrisa en los labios y con una mirada de cariño al interlocutor, sabía transmitir seriedad, bondad y alegría.  Y todo con calma, sin alterarse, dando tiempo al tiempo porque la sonrisa, el cariño y el tiempo tienen solución para todos los problemas.-

Alegría, por tanto, pues hoy, esta tarde de sábado estival, Pedro ya estará en el cielo organizando el "Coro de Ángeles"  como aquí, en su Colegio organizó y dirigió el "Coro de Padres de Alumnos".- Y dará clases de Música  a Querubines y Serafines, que son unos negados para esta materia; y de Filosofía a Tronos y Dominaciones, que en esto del pensar andan muy flojos.

Alegría, sí, porque el "Chifu" desde el cielo nos regalará alegría y bondad.-

Pedro fue jesuíta, profesor, músico, Rector-Director del Colegio de la Inmaculada y Consiliario de la Asociación de Antiguos Alumnos. Dejó impronta de persona bondadosa y siempre fiel en la atención al  alumnado y a sus familias.-

Hoy, el Colegio de la Inmaculada llora su pérdida.- Yo, "el viejo profesor Fidalgo", siento mucha alegría al saber que tengo un gran amigo en el Cielo.

 

DE MAGUA A PEDRO… SIEMPRE CIFUENTES (CHIFU)

Por Paula Fernández Martínez (Promoción 1989)

Ya entraste en mi vida antes que lo hiciera nuestro querido Cole. Por aquel entonces éramos análogicos y entre cintas de cassettes y videos en Fotorama para mi primero fuiste El Magua, aquel compañero a quien El Vaca, papá, “salvó la vida” en una excursión colegial por el Monte Naranco.

Llegó aquel, para mí, temible examen de acceso y eras el Padre Cifuentes que me acompañaba aquella mañana y recibía posteriormente con cariño en mi primer día de colegio en esos tutelares muros que con el tiempo fui descubriendo estuvieron también tutelados por ti.

Ese año con tus lecciones de música en aquella clase escalonada conseguiste con tu infinita paciencia que descubriera que además de duras orejas tenía oídos para distinguir los instrumentos y además de recordar a los clásicos me hiciste fan de Mike Oldfield.

Nos acompañabas en tu discreto segundo plano convirtiéndolo en primero detrás de una videocámara pero siempre estuviste con nosotros en Bocatas, Torneos, Fiestas…y en aquellas agradabilísimas sobremesas de tus visitas al Campamento en Santibáñez.

Y así te convertiste en Chifu y conseguiste que aún hoy recuerde qué es y para qué sirve la Filosofía. Presumo de haberte conocido incluso como gran jugador de frontón que fuiste. Y también Rector, Profesor, Director del Coro, Antiguo Alumno Distinguido y Consiliario de nuestra Asociación siendo un gran Compañero con todas las letras en mayúscula y en todos los sentidos que para mí implica la palabra Compañía.

Ahora somos digitales y aunque no alcance la cobertura ni recibas mis correos yo te seguiré pensado y estarás siempre conmigo, Pedro -qué mejor nombre que el de nuestro Patrón para un playu tan gijonudo como tú-.

P.D. Anoche brilló con fuerza la luna y a lo lejos creía escuchar Moonlight Shadow

SER COLEGIO.

Por Jaime Fernández-Paíno Sopeña. (Promoción 2011)

A veces, no siempre, uno tiene la suerte de cruzarse con alguna de esas personas a las que rodea un halo de sabiduría que ya anticipa, antes de que pronuncien una palabra, lo mucho que pueden enseñar. Algún gesto los suele definir; al padre Cifuentes le delataba la penetrante mirada de sus ojos inquietos, que revelaban la incansable actividad de una mente encerrada en un hombre de gesto tranquilo.

Relatar sus clases de Filosofía sería inútil, pues tuvo la virtud de enseñarnos lo mismo y de la misma forma a muchas generaciones de atolondrados alumnos de COU o de segundo de Bachiller, indudablemente ante la premisa de que si algo funciona, por qué cambiarlo. Hoy recuerdo perfectamente los esquemas de Tales de Mileto, pero no tengo ni la menor idea de lo que es una derivada. Tampoco olvidaremos la lección de que lo que no veía, lo adivinaba.

Del padre Cifuentes merece más la pena recordar sus ágiles paseos por los abarrotados pasillos y su condición de ávido lector del Páginas Escolares, que rescató en su mandato como rector. Merece la pena recordar su mano siempre tendida, siempre firme, para colaborar con cualquier cosa que implicara hacer Colegio. Porque el Colegio era su vida, como alguna vez ha sido la de todos, hasta el punto de que él mismo era Colegio.

«Gracias» es seguramente la palabra que más veces oí dirigir al padre Cifuentes durante mis años en la Inmaculada. Sólo eso da una idea de la talla de su figura, que todos quisimos tener cerca. Porque inseparable de su virtud de enseñar, tenía la de guiar.

Hoy despedimos con inmenso agradecimiento a quien para muchos de nosotros da nombre a esa categoría de personas extraordinarias. Le vemos partir con la pregunta inevitable de si nos volveremos a cruzar alguna vez con alguien «así, como el padre Cifuentes».

 

Foto Angel