Noticias / María José Fernández (p.1989) habla en la prensa de su vida en Pittsburg
Esta Noticia fue editada el: 31-12-2016

María José Fernández (p.1989) habla en la prensa de su vida en Pittsburg max-width=

(El Comercio)

«Esto es como las películas»

María José Fernández trabaja como analista financiera en Pittsburg desde 2011
«Me gusta cómo los americanos educan a sus hijos, aquí un niño si quiere un dólar tiene que cortar el césped»

M. F. ANTUÑA ASTURIANOS POR EL MUNDO - El suyo no es un caso común. No emigró ni a los 20 ni a los 30. A los 40 se lió la manta a la cabeza María José Fernández (Gijón, 1971), economista licenciada por la Universidad de Oviedo que trabajó primero en Dupont y luego en Alcoa. Con la última compañía se fue a Estados Unidos. «Me lo propusieron y no me lo pensé, estoy casada, no tengo hijos, era una aventura». Su destino, Pittsburg, Pensilvania. Su casa está allí desde 2011.

«Todo el mundo dice que conoce Pittsburg de las películas», introduce María José antes de dar los datos clave de la ciudad: «Es de tamaño medio, con tradición deportiva, un equipo de hockey que ganó la liga, otro muy fuerte de fútbol americano, uno regularín de béisbol, y que está empezando con el fútbol europeo». Eso en lo deportivo. En el demográfico, entre el núcleo y los alrededores, son dos millones de habitantes en la que se conoce como «la ciudad del acero». La siderurgia siempre fue su fuerte.

«Mi marido y yo nos pasamos los tres primeros meses diciendo que esto es como las películas», apunta María José, que asegura que aunque no es fácil hacer amigos, la gente es amable y respetuosa y siempre dispuesta a echar una mano. «Te ayudan con todo», remata esta asturiana que ya frecuenta las barbacoas de los vecinos, que llena su casa de gente cada vez que cocina una paella y que se ha adaptado a las mil maravillas al país. Y eso que aún está en shock con el asunto de la victoria de Donald Trump. Pese a que vive en una zona obrera y, por lo tanto, de tradición demócrata, esta vez «los apoyos a Trump se veían hasta en los tejados de las casas» y pasó lo que ya sabemos: «Ha barrido Trump».


Admira de los estadounidenses cómo educan a sus hijos: «Los niños americanos tienen que cortar el césped si quieren un dólar y cualquier trabajo dignifica». Ese respeto al trabajo es reverencial. En algunos casos se hace adicción. «La obligación les lleva a anteponer el trabajo a la familia». No le gusta tanto que las relaciones sociales estén absolutamente estructuradas y vinculadas a los hijos, al deporte y a la religión.

Sea como sea, ella está disfrutando del momento y no se plantea volver. «Me quedan por lo menos otros cinco años aquí». Tiene, todo hay que decirlo, un puestazo. Es la vicepresidenta de análisis financiero de la empresa, «un puesto muy bueno que no hubiera conseguido nunca en España». En ese plano también hay diferencias, porque «en Estados Unidos si trabajas duro te dan oportunidades».

Ella trabaja duro. Pero también encuentra tiempo para hacer sus comiditas ricas, para pasear con su labrador, que viajó con ellos desde España, y para hacer fiestas en una de esas casas con jardín típicamente americanas tantas veces retratadas en el cine y en la televisión. «Tengo la película entera», bromea esta gijonesa que solo añora a familia y amigos, porque con la comida está servida. «Las croquetas de mi marido son famosas en Pittsburg y hacemos unos cachopos que ni te imaginas. Tengo unos amigos también de Gijón que viven en Cincinnati que son fijos de los cachopos». Y no solo eso: «En mi casa siempre hay sidra».

Un par de veces al año viaja a Asturias para recontrarse con los suyos y ahí se enfrenta con lo peor de vivir en Pensilvania: «Más que lejos, el problema son las conexiones, de Pittsburg hay que ir de Nueva York a Chicago...».

Foto Angel