Noticias / Entrevista a Valentín Arrieta Berdasco (p.2001)
Esta Noticia fue editada el: 05-03-2016

Entrevista a Valentín Arrieta Berdasco (p.2001)  max-width=

(El Comercio)

«Cimadevilla debería estar en continuo estudio y renovación»

«El mayor patrimonio arquitectónico de Gjión reside en sus edificios eclécticos y modernistas de finales del siglo XIX y principios del XX»
Valentín Arrieta Berdasco. Arquitecto

A. AUSÍN GIJÓN - El gijonés camina a veces por su ciudad y su concejo ajeno a la historia que le rodea; la de sus edificios, sus barrios e incluso sus fuentes y lavaderos. Con bisturí de arquitecto, Valentín Arrieta Berdasco se propone destriparlos, a partir de mañana, para los lectores de EL COMERCIO. La sección "Patrimonio de Gijón" nace con vocación didáctica. Y sin desechar nada. De lo que es Gijón, de lo que fue e incluso, también, de lo que pudo haber sido.

-¿Cómo presenta esta sección?

- Serán pequeños trabajos de investigación. Se van a abordar temas heterogéneos vinculados al patrimonio de Gijón, tanto urbano como rural. Son trabajos rigurosos, con un lenguaje que pueda llegar a todo el mundo para intentar despertar el interés en la gente y, por qué no, descubrirle algo de nuestra ciudad, que vean los edificios de otra manera y puedan saber la historia que hay detrás de aquello que vemos todos los días.

-Es gijonés, ¿y amante de Gijón?

–Sí, claro (risas). Hombre, por supuesto. Tenemos cosas muy interesantes que no las valoramos del todo.

-Gijón tiene defectos muy acusados del franquismo. ¿Teníamos ya entonces "defectos de fábrica"?

-Lógicamente, la ciudad experimenta un proceso de crecimiento y transformación a lo largo de los siglos, pero es en los años 50, 60, 70 cuando, por la especulación urbanística, sufre un crecimiento a veces desmedido o erróneo y es también en esas décadas donde todavía podemos ver pérdidas de edificios realmente interesantes.

-¿Incluirá también los "errores"?

-Sí, voy a hablar de edificios tanto existentes como desaparecidos e incluso alguno proyectado y no ejecutado. No quiero centrarme en una cosa para no aburrir a nadie.

-Nuestra huella se remonta al siglo V AJC. ¿Dónde arrancará?

- Empezaré desde la Edad Media. Más atrás, no. Sería tema de arqueología, no de arquitectura. Yo me baso en edificios que han llegado a nuestros días o que hemos conocido.

El gran florecimiento

-¿Cómo era el Gijón de la Edad Media? ¿Cimadevilla o algo más?

-Cimadevilla, aunque también se estaban desarrollando cosas interesantes en la zona rural. No solo me voy a centrar en la ciudad sino en el concejo. Con las propuestas y reformas de Jovellanos, Gijón ya va adquiriendo su forma. Es a partir de la segunda mitad del siglo XIX cuando crece definitivamente y a ese momento le achaco los edificios más interesantes. Para mí, el mayor valor patrimonial de Gijón es el conjunto de edificios vinculados al crecimiento que experimentó a finales del XIX y principios del XX, de estilo ecléctico y modernista, de los cuales conservamos muchos. La línea de Del Busto, sus predecesores y algunos posteriores. Esa arquitectura burguesa forma un conjunto bastante homogéneo que representa una evolución muy grande a consecuencia del crecimiento industrial, la apertura de la línea ferroviaria, de El Musel, la vuelta de capital de las personas que se fueron a América. Fue un gran florecimiento de Gijón y eso se reprodujo en la arquitectura.

-¿Aparecerá Jovellanos en sus estudios o se materializó más en tendencias y proyectos que en obras?

-En las dos cosas. Se tradujo en el planeamiento urbano de Gijón y en edificios concretos. No lo descarto.

-¿Fue el personaje más influyente en su estructura urbana?

-Sin lugar a dudas. Visionó un poco el futuro Gijón, con sus cosas buenas y malas.

-La raíz, Cimadevilla, ¿se puede considerar un casco humilde?

-Sí, es un poco atípico. También depende con qué lo comparemos. No lo podemos comparar con ciudades castellanas que fueron muy importantes en el Renacimiento o la Edad Media. Aquí es otro tipo, vinculado al mar y en consecuencia Cimadevilla es como es, pero eso no le resta valor porque el patrimonio responde a unas necesidades concretas tanto sociales como económicas. En Gijón fueron éstas. Por lo tanto hay que preservar también eso. No porque sean unos materiales más pobres o una arquitectura menos espectacular no hay que darle el valor que tiene.

Ensanche jovellanista

-Quizá está un poco abandonado.

-Está un poco degradado. En su momento se hizo un plan especial, pero igual habría que revisarlo. Los centros históricos deben estar en continuo estudio y renovación, no física sino de gestión y planeamiento. Estudiar sus necesidades, ver cómo el tiempo les afecta en sus usos, hay que ir haciendo una reflexión continua y ver cómo se va adaptando a lo que la sociedad requiere.

-En ese crecimiento hacia El Molinón está el desorden. ¿Tiene también su encanto?

-Yo no metería en el mismo saco todo. Primero está el ensanche jovellanista donde están estos edificios que comentaba y que tiene por supuesto su encanto y está pensado y bien hecho. Luego hay un momento en que se pierde la perspectiva urbanística a favor de la especulación.

-¿Cómo abordará el mundo rural?

-Incluiré edificios de arquitectura vernácula, lavaderos, hórreos, construcciones que responden a necesidades de la vida en el campo. El valor de la arquitectura no se refleja solo en su estética. Hay un patrimonio inmaterial: la historia que hay detrás, las tradiciones. Y esa arquitectura, aunque más humilde, hay que preservarla y conservarla.

Las pérdidas

-¿Cuál es su rincón favorito?

-Yo iría por ese conjunto de edificios de finales del XIX principios del XX que dije de la zona centro. Gracias a dios, todavía conservamos buena parte. Y también a la joya rural, muy interesante, más de lo que creemos.

-¿Qué le duele más a la vista?

-Haber perdido edificios realmente interesantes. Hay cosas que no nos gustan, pero ya forman parte de Gijón. Se podía haber hecho de otra manera, pues sí. Pero el Muro tiene su encanto como es, aunque no esté bien hecho del todo.

–¿Cómo nos ha condicionado el mar?

–Totalmente. Desde el momento en que surge Gijón vinculado al mar y en su evolución urbanística, su forma, su crecimiento al sur... todo viene delimitado por el mar. Mar que hemos intentado controlar y al que hemos intentado ganar terreno a lo largo de la historia. Al final la arquitectura es un reflejo de todo eso. Gijón sin el mar no sería Gijón.

-¿Es el Muro su mayor atractivo?

–(Se lo piensa) Bueno… Desde el punto de vista del paseo, sí, es donde la ciudad se une al mar, un punto muy interesante. Desde muy antiguo siempre se ha intentado desarrollar una arquitectura que le dé esa importancia al mar aunque se haya hecho de distinta manera a lo largo de la historia. Gijón no puede hacer otra cosa que mirar al mar. Lógicamente todo lo que es la costa, el cerro y demás es lo más paisajístico y pintoresco.

Foto Angel