Noticias / Entrevista a Ana Hernández Cabezudo (p.1974) en la prensa
"Los Jesuitas me dieron las pautas a seguir en el camino de la vida"
Esta Noticia fue editada el: 14-12-2015

Entrevista a Ana Hernández Cabezudo (p.1974) en la prensa max-width=

(La Nueva España)

"No hay gente joven para montar casas, o se han ido o viven con sus padres"

"Los años de oro que se vivieron en el negocio de la decoración no creo que vuelvan, hoy hay menos necesidad de cosas"

13.12.2015 | 04:47
"No hay gente joven para montar casas, o se han ido o viven con sus padres"
"No hay gente joven para montar casas, o se han ido o viven con sus padres"
Por Cuca Alonso Lleva sobre sus hombros el mérito de haber sobrevivido a la crisis en el sector de los muebles y la decoración sin perder la excelencia de su oferta. Joseph hoy sigue siendo el paradigma del buen gusto, de la delicadeza, de la calidad. No sin esfuerzo. Ana Hernández tiene la ventaja de haber asumido las sabias enseñanzas de sus mayores y hoy contempla el futuro con la seguridad del trabajo bien hecho. Es una chica alegre, cordial, ingeniosa, que exhibe un gran sentido del humor.

-Dígame, ¿usted quién es?

-La hija de los propietarios de Joseph. Nací en Gijón (1956), mayor de cuatro hermanos, y la única chica, por tanto la reina de la casa. Me tuve que dedicar a esto sí, o sí, ya que mis padres tiraron de mí con diez cuerdas. Estoy casada y tengo dos hijos, el mayor ingeniero informático y ella arquitecta. Trabajo como una hormiga, soy algo desordenada y un poco introvertida; hago esfuerzos por comunicarme con la gente, pero en general dicen que soy amable.

-¿De pequeña qué quería ser?

-Nada, me gustaba la vida contemplativa, escribir... Tenía un diario, que aún sigo, pero sólo una vez al año; todos los días de Reyes hago un resumen de lo vivido en los últimos 365 días.

-¿Cómo fue su formación?

-Hice el Bachillerato en el colegio de la Asunción, y el COU en los Jesuitas, una experiencia que me marcó. Los Jesuitas me dieron las pautas a seguir en el camino de la vida. Luego me licencié en Psicología en la Universidad Pontificia de Salamanca, también regida por los Jesuitas. Mi visión espiritual y social se la debo a ellos.

-¿Nunca trabajó como psicóloga?

-Sí, durante tres años en el colegio de San Vicente que alternaba con la consulta particular. Me di cuenta de que estaba viendo lo peor de las personas, sus problemas, sus tragedias, sus angustias... Mientras que en la tienda se vivía lo mejor de la gente, personas optimistas, ilusionadas, que iban a hacer una regalo, que tenían dinero. Decidí cambiar: aquél era un trabajo triste, y en Joseph mejoré económicamente.

-¿Cómo han logrado sobrevivir a la crisis siendo una tienda de lujo?

-Ahorrando todo lo posible, desgraciadamente con menos personal, y la ayuda de la familia que nos bajó la renta. Los empleados se portaron de 10, trabajando más y algunos cobrando menos. Y sobre todo conté con el apoyo de mis padres.

-Su negocio ha vivido muchos años de oro, ¿cree que volverán?

-No creo. Hoy hay menos necesidad de cosas.

-¿Su principal enemigo es Ikea?

-Sí, pero sobre todo se nota que no hay gente joven para montar una casa, muchos se han ido y otros permanecen junto a sus padres.

-¿Y la moda zen, no les ha perjudicado?

-Es cierto que la tendencia es poner menos adornos, pero los pocos han de ser buenos, y nosotros nunca hemos bajado la calidad. Merced a esto, a no convertirnos en un bazar, hemos podido conservar a nuestros clientes.

-¿Qué es lo que más se vende hoy en su tienda?

-Los regalos, y las tapicerías, es decir, los sofás, las butacas... Muebles, menos, y lámparas muchas. Es curioso, estamos quitando focos del techo de las casas para poner lámparas; todo vuelve.

-¿Cuántos años de vida tiene Joseph?

-En la calle los Moros llevamos 45 años, y en total 53, contando nuestros inicios en la calle Cabrales, en la parte de atrás de la Ferretería Hernández que regentaba mi padre.

-¿Quién ha sido su maestro?

-Mi padre y mi madre, los dos. Mi madre me legó el buen gusto, la forma de tratar a las personas, y sobre todo el arte de comprar ya que sabía ver una cosa bonita entre mil. También la forma de decorar, de poner escaparates. De mi padre aprendí que hay que ser muy honrado, tratar bien a la gente para lo bueno y para lo malo, y saber buscar las novedades.

-¿Quién es su cliente estándar?

-Una señora de edad comprendida entre los 45 y los 60 años. Hombres vienen menos y casi siempre en pareja.

-¿Y qué ha pasado con las listas de boda?

-Desaparecieron. Nos pueden quedar tres o cuatro al año, cuando teníamos más de cuarenta.

-¿Usted qué posee de su mayor aprecio?

-Tal vez la librería de mi casa con sus libros, que contiene aquellos ejemplares que me hicieron pasar tan buenos ratos. Y muchos buenos libros de Arquitectura de mi marido, que es arquitecto.

-¿Le queda algún sueño por realizar?

-Sí, el de tener tiempo libre para viajar, algo que aporta una riqueza increíble. He viajado bastante, pero quiero seguir.

-¿En qué pierde el tiempo?

-Me gusta mucho el monte y la playa, y en cuanto al deporte practico yoga; durante la crisis dejé todo menos el yoga. Me gusta la vida en todas sus etapas, y las estaciones del año, la noche y el día, las mareas...

-¿Con qué se le parte el corazón?

-Con la pobreza. Creo que hay que repartir y me parece ejemplar lo que ha hecho Mark Zuckerberg, el presidente de Facebook, al donar el 99 por ciento de su fortuna.

-Si volviera a empezar...

-Sería escritora, aunque me encanta lo que hago.

-¿A quien expulsaría del campo de juego?

-A toda la gente mala, que lamentablemente la hay.

-¿Qué talento añadiría a su personalidad?

-Una buena formación musical, y disposiciones para el canto, o formar parte de una orquesta. Estuve una temporada formando parte del Coro del Inmaculada, y fue una experiencia bonita.

-¿Reformaría algo de su físico?

-Si pudiera estar más delgada... Pero en lo demás, no. Nunca me operaría la cara.

-¿Tiene alguna obsesión?

-No, pero deseo que mis hijos permanezcan a nuestro lado, que mi hija vuelva de México, donde trabaja, y que mi hijo no se vaya.

Foto Angel