Noticias / Pachi Cuesta presentó su libro en Gijón
El acto estuvo plagado de recuerdos y ambiente colegial
Esta Noticia fue editada el: 21-05-2014

Pachi Cuesta presentó su libro en Gijón max-width=

El pasado jueves, 15 de mayo, tuvo lugar la presentación del libro “Pachi Cuesta: jesuita y entrenador de baloncesto” en el Palacio de Congresos del recinto ferial Luis Adaro.

En el acto participaron miembros de la Cámara de Comercio,  un representante del Ayuntamiento, el Director del colegio de la Inmaculada y el mismo autor de una obra cuya recaudación se destinará íntegramente para la casa de acogida para  mujeres gestantes Nuestra Señora de los Desamparados regida en la Guía por la Congregación religiosa Madres de los desamparados y San José de la Montaña. Con un recinto repleto de público hizo la presentación del libro D. José Guerrero, tras la intervención  del Presidente de la Cámara de Comercio,  con un sentido discurso en que quedo patente el cariño y aprecio que el Director del Colegio siente por El Cura.

En un clima  en que se mezclaban emoción y agradecimiento,  donde el aire colegial se podía palpar en el ambiente, se rememoraron muchos recuerdos, acaso  que se pensaban olvidados, sobre los años vividos por muchos de los presentes bajo las órdenes de Pachi. Y es que hubo dos vertientes, la primera, la puramente deportiva, donde se destacó el papel de este jesuita en el deporte, y más concretamente en el baloncesto gijonés, con el triunfo del equipo infantil a nivel nacional hace ya 30 años, el meritorio cuarto puesto del equipo juvenil (que quedó sólo por detrás del Real Madrid, Barcelona y Juventud),  o la  iniciativa de Pachi y Dioni Viña de crear un equipo baloncestístico en nuestra villa, el Gijón Baloncesto.

La otra faceta, quizás se puede decir que la más importante, fue la humana. Todos los que pudieron acudir estaban allí, acompañado al Cura en un gran día para él, un día en el que se realizaba un expreso reconocimiento de su vida y trayectoria, que no se limitó al baloncesto, por muy brillante que en esta faceta hubiera sido. El P. Cuesta fue también un excelente docente de latín y griego, y el precursor de los campamentos de Santibañez a los que puntualmente acudía hasta que la enfermedad se lo impidió, campamentos que tantos recuerdos traerán a muchos antiguos alumnos.  Y su despacho un lugar especial, un local de reunión de los jóvenes de la época, que se juntaban a escuchar música o a hablar con Pachi, con El Cura.

La intervención del jesuita estuvo plagada de anécdotas vividas a través de sus largos años en el colegio, y quizás mencionaremos una que responde a una cuestión que muchos nos hacíamos: ¿Porqué si se llama Ángel es conocido como Pachi? La respondía así: “En mi formación como jesuita en Comillas practicaba varios deportes entre ellos el futbol. Y en éste,  mi posición era de defensa izquierdo. No dejaba pasar a uno. Por eso me empezaron a llamar Pachín, emulando al célebre defensa del Real Madrid, apodo que me acompañaría toda mi vida, pero sin la n que parecía más bonito….”

Tras finalizar el acto de presentación  hubo un vino español donde antiguos compañeros de colegio y deporte pudieron rememorar vivencias de este su colegio y de aquel jesuita dotado de fuerte carácter y de un gran corazón.

 

(LA NUEVA ESPAÑA)

El jesuita que hizo pasar a Gijón por el aro

CHEMA CABEZUDO

Cuando hace cincuenta años Pachi Cuesta llegaba destinado al colegio de la Inmaculada de Gijón para cumplir su periodo de formación como jesuita en la etapa del "magisterio", pocos, y menos él, podrían haber previsto su definitivo enraizamiento en nuestra ciudad. Aquel octubre de 1964 un centenar de "guajes" iniciaban su largo bachillerato convencidos de que a sus diez años no se les pondría nada por delante, y se toparon, nos topamos, ilusos, con que había habido un cambio en la estructura de mando del colegio, y que al bondadoso Hermano Merino le había sustituido un joven y arrollador P. Ángel Cuesta, SJ. Con 23 años recién cumplidos, el nuevo maestrillo se hacía cargo de ser el inspector de primero de bachiller, además de profesor de gramática en dicho curso. Alfonso Peláez, en su excelente libro "Once años de nuestras vidas", autobiografía de la promoción 1960-1971, recuerda el momento escribiendo que "fue primero un año de debutantes, pues si nosotros comenzábamos nuestra larga andadura de bachillerato, el padre Cuesta (Pachi, años más tarde) ponía la primera muesca en su currículum como maestrillo. La experiencia fue positiva y, así, llevamos a cabo viajes a la nieve, concursos de canicas, equipos de fútbol y minibásquet (tan competitivos que ganábamos a los de segundo), excursiones, etc. Guardo un gran recuerdo de primero".

Lejos quedaba ya el 22 de enero de 1941 cuando en la histórica villa de San Martín de Torres, al lado de la confluencia del Órbigo y del Tuerto, dominando sus vegas, donde se había situado la romana Bedunia en la Vía de la Plata, nacía Ángel Cuesta Ramos, hijo de Mateo, el entregado y generoso médico de la comarca, y de Benigna, volcada madre, matrimonio que formó una extraordinaria familia numerosa de seis hermanos, cuatro varones y dos chicas.

Intuyó su vocación religiosa en los años que pasó en el colegio jesuita San José de Valladolid, a cuyo internado había ido desde su pueblo cuando contaba diez años de edad. La puso a prueba en el seminario de Comillas y la confirmó cuando "pasando el puente del tinte" cambió el fajín azul por el negro y se fue para el noviciado que la Compañía de Jesús tenía en Salamanca.

Atrás quedaban sus correrías de niño en su pueblo, donde su carácter inquieto y travieso había dado lugar a que fuera conocido por "Gelucho", tal vez por rima con bicho. Y, señalando apelativos por los que se le ha llamado, su entrega al deporte en Comillas hizo que su ardor guerrero cuando jugaba al baloncesto -su deporte favorito- se le conociese por "Tapón" en correspondencia a su empeño de que no pasase la pelota, o cuando se dedicaba al futbol por "Pachin" -que con el tiempo derivó en "Pachi"- por no permitir que pasase el rival, emulando al célebre defensa del Real Madrid que así se llamaba.

La formación de un jesuita es larga, pues la Compañía exige a sus miembros una sólida y probada formación. El noviciado (1958-60) y el juniorado (1960-61) en Salamanca y la carrera de Filosofía en Comillas (1961-63) y en San Cugat del Vallés (1963-64) precedieron a su descrita llegada a Gijón donde permaneció inicialmente tres años (1964-67). De aquí marchó para Madrid para completar su carreras de Teología (Universidad de Comillas) y Psicología (Universidad Complutense) en los años 1967 a 1971. Durante este último periodo había regresado a Gijón para recibir su ordenación sacerdotal el 27 de junio de 1970 de manos del obispo don Ángel Riesgo Carbajo "un santo, de un criterio amplio, y que era un auténtico pastor" como le definía en las páginas de este periódico el sacerdote Alberto Torga en sus memorias. Imposición de manos de un ángel sobre otro, que tal vez transmitiera no sólo el sacramento sino también la sabiduría pastoral con la que el P. Cuesta ha ejercido su sacerdocio.

Una vez culminado este largo proceso de trece años de formación como jesuita, su primer destino vuelve a ser el colegio de la Inmaculada de Gijón, del que ya no se ha vuelto a separar, excepto el curso 1983-84 que estuvo estudiando Pastoral en el Instituto León XIII de Madrid, y una breve estancia del curso siguiente, el 1984-85, que estuvo destinado como coordinador de Pastoral en el Colegio Menor de Zamora, para regresar definitivamente a esta ciudad en el curso 1985-86. En todos estos cuarenta y cuatro años de permanencia de Pachi Cuesta entre "los tutelares muros colegiales", ha sido alma y vida de las actividades extraescolares del colegio, del deporte en sus patios -"una olimpiada permanente" como lo definía Dioni Viña-, y de los campamentos de verano en Santibáñez de Porma, por los que pasaron miles de asturianos, donde para muchos niños fue su primera salida de casa sin sus padres y para muchos padres la primera experiencia de dejar a sus hijos en otras manos, donde se hermanaron gijoneses y ovetenses, y donde se les inculcó que los valores de la aceptación del otro, del trabajo en grupo, de la entrega a los demás y de la asunción de la propia responsabilidad, eran perfectamente compatibles con el descanso y la diversión. Allí, en Santibáñez, se acuñó otro apelativo al referirse a Pachi Cueta, el de "el Cura". Otro extraordinario sacerdote, José María Díaz Bardales, jesuita sin papeles, decía que "me gusta que me llamen cura porque es una palabra bonita, que significa cuidar, ayudar...", pues eso es lo que hacía y hace Pachi Cuesta, y por eso, para muchos, Pachi es sobre todo "el Cura".

En el mundo del baloncesto, ese deporte de y para gente inteligente, Pachi Cuesta es una institución. El baloncesto en Gijón, y tal vez en Asturias, sería muy diferente si él no hubiese llegado hasta acá. Ha dirigido equipos del colegio de la Inmaculada que han quedado campeón de España infantil, campeón de España de segunda división juvenil, y, posteriormente, cuarto de España juvenil tras Real Madrid, Barcelona y Joventut, logro extraordinario para un modesto equipo colegial frente a los más potentes clubs de nuestra nación. Ha sido impulsor y fundador del tristemente desaparecido Gijón Baloncesto, que nos llevó al sueño de disfrutar durante unos años de un equipo local en la ACB, recibiendo por ello en 2005 la insignia de oro de la Fundación Gijón Baloncesto, y también ha sido galardonado por el Patronato Deportivo Municipal de Gijón con ocasión de su 25 aniversario.

Pero, aunque la dimensión pública de Pachi Cuesta más conocida es su vinculación con el mundo del baloncesto, hay otras facetas de él menos sabidas pero no menos importantes. La primera la de Pachi Cuesta jesuita: sería difícil de entender su figura sin su vinculación vital con la Compañía de Jesús; cristiano convencido, seguidor de Jesús de Nazaret, que tras un meditado discernimiento personal eligió ser jesuita como forma de ser un "hombre para los demás", para transmitir la alegría del Evangelio, para contagiar el reto de ser persona responsable, para educar líderes comprometidos desde el servicio. La segunda es como educador de jóvenes a través de la docencia que impartió magistralmente en las asignaturas de latín y griego, y de las actividades paraescolares que supo impregnar de hondo sentido pastoral.

En la vida de Pachi, como en la de todos, ha habido "noches oscuras", que él pudo afrontar por la forja de su temple y, cómo no -lo confesaba en la presentación de su libro esta semana- con el inestimable y constante apoyo de las oraciones de su madre. El temprano fallecimiento en 1983 de su hermano Laureano, médico-psiquiatra y jesuita, que fue rector de la Inmaculada durante los cursos 1971-1975 donde dejó un imborrable recuerdo y cuya figura da nombre a la Asociación de Psicoterapeutas de la Universidad de Comillas, su impulsivo carácter primario -¡cómo está hoy el cura! decía Kilo-, las incomprensiones de algunos a los que su intolerancia no les permitía comprender que había otra forma de educar a la juventud, la obediencia no ciega a las órdenes de sus superiores, la muerte de sus padres, el infarto cerebral sufrido en 2007, fueron sombras que en algún momento nublaron la luz de su vida. Pero, en los duros momentos vividos, además de su Fe, tuvo siempre a su lado a su familia -de la que forma parte, cómo no, su fiel Tomás Nistal-, a sus inquebrantables amigos de Gijón -su patria adoptiva-, y a sus paisanos de San Martín de Torres, patria chica que le venera en reconocimiento a su entrega constante a sus habitantes y a sus monumentos.

Este es Ángel Cuesta, hijo de esa tierra hermana que es la región leonesa, que desde hace cincuenta años se ha impregnado del salitre viviendo a orillas de nuestro impetuoso -como él- Cantábrico, y, que desde su liderazgo, nos ha formado a nosotros y a nuestros hijos, y que nos ha hecho ser parte de lo que hoy somos.

(LA NUEVA ESPAÑA)

Memorias de un pionero

El jesuita Pachi Cuesta presenta un libro con el que conmemora el 30.º aniversario del título nacional infantil del Inmaculada

J. J.

El padre Pachi Cuesta, presenta a las 19.30 horas de hoy en el Palacio de Congresos de la Feria de Muestras el libo "Pachi Cuesta, jesuita y entrenador", un libro que nació para conmemorar el 30.º aniversario del Campeonato de España infantil logrado por un equipo del colegio Inmaculada que él entrenaba. Fue aquella una temporada imborrable porque también el equipo juvenil quedó campeón de España de Segunda división y posteriormente cuarto de España tras Real Madrid, Barcelona y Joventut.

"Es un libro que recoge mi vida a través del baloncesto en el colegio" indica Cuesta "especialmente entre los años 1977 y 1983". Pachi Cuesta es un referente en el baloncesto asturiano. Su afición le llegó como alumno del colegio San José de Valladolid "allí jugaba al fútbol y al baloncesto pero acabé decantándome por el baloncesto después de que en el colegio se jugase un partido entre las selecciones de España y Uruguay". De aquella época viene también lo de Pachi que nada tiene que ver con su nombre, Ángel, "jugaba de lateral y era bastante leñero, como un jugador del Real Madrid que se llamaba Pachín y a mí empezaron a llamarme Pachi y con Pachi me quedé".

Como entrenador tenía fama de meticuloso "aún tengo libretas llenas de anotaciones de los jugadores de otros equipos, si quieres ser campeón de España tienes que primero quedar campeón de Asturias y para eso hay que conocer a los demás equipos". Por aquel entonces el estudio de los rivales, lo que ahora se conoce como "scounting" era algo muy rudimentario y que apenas existía pero el padre Cuesta los tenía a todos controlados y eso que estamos hablando de jugadores infantiles. "Planificaba hasta los enamoramientos" destaca Cuesta, "vi que en mi casa mandaban mi abuela, mi madre y mis hermanas y me dije tengo que tener a las mujeres de mi parte y así busqué la complicidad de las amigas y las novias de los jugadores".

Pachi Cuesta fue uno de los fundadores del Gijón Baloncesto y por ese motivo aún le duele su desaparición. Para él "se debió apostar por la cantera y no lo hicieron ni por jugadores ni por entrenadores y de ambos los había muy buenos". Un ejemplo era el base Rafa Presedo, uno de los componentes de aquel equipo juvenil que quedó campeón de España de Segunda tras ganar al San Viator. "En el San Viator el base era Pablo Laso, el actual entrenador del Real Madrid, y Rafa le dio un baño en toda regla, si se hubiera confiado en él seguro que hubiera sido un gran jugador, pero no fue así y al final el club acabó por desaparecer", lamenta. Pachi Cuesta recuerda también a los hermanos Álvarez o Toni Mortera entre otros, una generación que no fue aprovechada.

A pesar de su desencanto por el desenlace del Gijón Baloncesto Cuesta se reconoce seguidor del baloncesto por televisión "ahora del Real Madrid porque lo entrena Pablo Laso, y también del Oviedo Baloncesto. Creo que lo están haciendo muy bien. En Oviedo siempre tuvieron muy buena cantera en el Alfonso II con Jaime Alberti, el colegio San Ignacio con Toni Martín y luego con Jenaro Díaz. También en Pola de Lena, en el colegio El Pilar con don Cecilio, con todos ellos jugamos muchos partidos. Espero que en Oviedo no comentan los mismos errores que se cometieron en Gijón".

El tiempo ha transcurrido pero mantiene contactos regulares con aquellos jugadores y también con el grupo de personas que se movilizaron para crear el Gijón Baloncesto. Pachi Cuesta espera que "Gijón no sea una plaza perdida para el baloncesto pero creo que hay más posibilidades de que sea un equipo femenino, hay más niñas que niños y están haciéndolo muy bien".

Cuesta reconoce que "varias veces tuve que parar de escribir porque me ponía a llorar a recordar a ciertas personas". El libro tiene una dedicación especial "a todos los jugadores, entrenadores, auxiliares, mesa, etc de aquella época, y también a mis hermanas y a las personas que me cuidaron cuando me dio el ictus". Enfermedad de la que ya está totalmente recuperado.

El coste del libro está sufragado por distintos patrocinios por lo que todo el dinero que se recaude con su venta irá destinado a la casa de acogida de madres gestantes en La Guía.

 

(EL COMERCIO)

Gijón recupera en papel a su equipo de baloncesto

Numeroso público acudió a la presentación en el recinto ferial del libro en el que el jesuita Pachi Cuesta recoge la historia del desaparecido club

Confesó en una entrevista a EL COMERCIO que «lloró mucho» recordando treinta años de vivencias. Ayer fueron otros los que se emocionaron durante la presentación de «Jesuita y entrenador de baloncesto», el libro con el que Pachi Cuesta repasa sus 30 años dedicados al basket y, con ellos, la historia del Gijón Baloncesto, el mítico club gijonés ya desaparecido en cuya fundación colaboró.

En un abarrotado recinto ferial, Ángel Cuesta Ramos, nombre oficial del ya jubilado profesor del Colegio de la Inmaculada, compartió con los asistentes las anécdotas vividas en tres décadas en los banquillos del centro educativo. Unos años, como él mismo recordaba, «preparando a muchos chavales, de sacrificios que, al final, dieron muchísimas alegrías».
 
 

Entre las mayores, fundar el Gijón Baloncesto. El propio profesor califica la fundación como «algo que hice encantado. Fueron unos años muy buenos, en los que salieron jugadores impresionantes». En el libro recoge, como explicó a este periódico, momentos como «el meneo que los chavales le dieron al Colegio Viator (de Vitoria), donde jugaba Pablo Laso (actual entrenador del Real Madrid). ¡Aún debe de estar buscando la pelota!».

Junto a las alegrías, también hubo penas, como el cierre del club. Lamenta Pachi Cuesta que «prefirieran apostar por la gente de fuera. Las vacas sagradas hicieron que se despidiese al entrenador por aquel entonces, Ed Johnson, que empezaba a poner a los jóvenes. Veían peligrar sus puestos de titular. Por algo sería, ¿verdad? Consiguieron traer al entrenador que querían, que no miró a la cantera, y pasó lo que pasó. Creo que el Gijón Baloncesto seguiría existiendo si se hubiese apostado de verdad por la cantera. Su desaparición me dio muchísima pena.

Los beneficios, además de crear el Gijón Baloncesto de estos 30 años han sido «evitar que muchos chavales anduvieran por ahí bebiendo y fumando». Los del libro, destinar la recaudación a la casa de acogida de La Guía para gestantes.

Foto Angel