Noticias / Se acerca el centenario del nacimiento de Bonifacio Lorenzo Somonte (p.1930)
Fue nombrado antiguo alumno distinguido en 1990
Esta Noticia fue editada el: 17-04-2014

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(LA NUEVA ESPAÑA)

Bonifacio Lorenzo Somonte, el gran benefactor

Memoria, próximo ya el centenario de su nacimiento, de un gijonés que realizó generosas donaciones a la ciudad

Estanislao de Kostka Lloréns Menéndez

Estos días de Semana Santa es buen momento para encordar a un buen gijonés, generoso, y probablemente por su formación ignaciana, muy comprometido con toda la actividad religiosa de su ciudad natal.

El próximo 12 de junio se cumplirá el centenario del nacimiento del abogado don Bonifacio Lorenzo Somonte, fallecido en 1997. Con total seguridad, según se acerque la fecha, compañeros de profesión y personas más autorizadas que yo le evocarán debidamente, ya que ejerció la abogacía ininterrumpidamente durante sesenta y dos años, de los que buena parte los dedicó también a la docencia, y por todo ello recibió en vida merecidos reconocimientos. Se da la circunstancia de que en sus estudios universitarios realizó varios cursos por año, terminando la carrera a los 18 años, aunque no pudo ejercer hasta los 21, cumpliendo la mayoría de edad.

También se le recordará por desempeñar diversos cargos públicos, e incluso por su faceta de escritor, ya que al mismo tiempo que desempeñó el cargo de cronista oficial de Somió, obtuvo importantes premios como articulista y poeta. Pero sobre todo quisiera destacar su labor benefactora mediante muchas iniciativas en el ámbito religioso.

Fue fundador y presidente de la Asociación Belenista de Gijón, mismos cargos que desempeñó en la Federación Española de Belenistas.

Sufragó la adquisición del paso de la Entrada de Jesús en Jerusalén, conocido como la Borriquilla, para la procesión del Domingo de Ramos en la parroquia de San Julián de Somió. En los años sesenta cedió un solar de su propiedad situado en El Llano, para la construcción del Jardín de Infancia Aleluya. El objetivo de este centro docente era la formación en primeras letras de niños pequeños residentes en las chabolas de La Cábila. Posteriormente, en la época del desarrollo urbanístico de Gijón, este solar fue expropiado por el Ayuntamiento para realizar el trazado de la calle Valencia.

No obstante, la huella de su gran generosidad perdura aún hoy en el convento de las Madres Agustinas, ya que además de ser su asesor jurídico durante más de cuarenta años, realizó importantes donaciones para esta iglesia: las cuatro vidrieras del templo, el cancel, el Vía Crucis, el altar de la iglesia, el ambón, la imagen del Cristo, el confesionario, las lámparas, el Monumento antiguo, y las imágenes de San Juan de Sahagún y de San Nicolás de Tolentino que acompañan al patrono San Agustín.

Fue también el impulsor del colegio infantil ubicado en la parte anexa al convento y que estuvo en servicio durante unos diez años.

Tras el Concilio Vaticano II, las religiosas, teniendo que decidir entre la clausura Papal o la clausura Constitucional, optaron por la primera y en consecuencia el colegio tuvo que cerrar sus puertas.

Merece especial mención la anécdota de las pilas del agua bendita, y que en la actualidad la Madre Priora del convento aún recuerda con cierta emoción. Se trata de unas enormes conchas naturales (de unos 70 centímetros aproximadamente), que habían sido enviadas a finales del siglo XIX desde Filipinas por Jesús Álvarez Pérez, hermano del popular sacristán Julianón, para la iglesia de San Pedro. Durante la reconstrucción de dicho templo tras la guerra civil, los arquitectos las encontraron entre los escombros pero desecharon su restauración.

Bonifacio Lorenzo las encontró tiradas en una escombrera junto a la iglesia de San Pedro y las recogió. Tras su reparación e instalación en la iglesia de las Agustinas, un grupo de feligreses de San Pedro se presentó en el convento para reclamar su devolución. Ante el disgusto de las religiosas decanas en Gijón, don Bonifacio intervino en el asunto y las polémicas pilas filipinas se quedaron en Somió, donde aún permanecen en la actualidad.

Foto Angel