Noticias / Mario Alvarez Blanco (p. 1987), pianista del Orfeón Gijonés
Esta Noticia fue editada el: 22-10-2012

Mario Alvarez Blanco (p. 1987), pianista del Orfeón Gijonés  max-width=

Mario Álvarez Blanco no nació teniendo un piano en su casa y hasta llegó a renegar en su infancia de una formación musical que condicionaba su tiempo de ocio, le impedía llevar la vida de sus compañeros de clase y minó su vocación deportiva. Hasta que fue consciente de estaba labrándose un futuro en una profesión que considera un privilegio. Repertorista de la Ópera de Oviedo, el domingo acompañará al piano al Orfeón Gijonés en su gala en el Jovellanos, con repertorio de zarzuela.

(La Nueva España/Cuca Alonso) Desde hace cuatro años, Mario Álvarez es el pianista que acompaña los conciertos del Orfeón Gijonés, luego podremos admirarlo sobre el escenario del teatro Jovellanos el próximo domingo, en la gala que protagonizará la formación gijonesa dedicada a la zarzuela, y que cuenta con el patrocinio del Club de Prensa LA NUEVA ESPAÑA. Pero su magnífica ejecutoria no se queda ahí, sino que de sus manos pende la responsabilidad de ser uno de los repertoristas de la Ópera de Oviedo, lo que significa que con él han ensayado las voces más prestigiosas del mundo. De todo ello se desprende que además de su gran experiencia musical, respecto al bel canto es un auténtico científico.
-Por favor, defínase.
-Soy un gijonés nacido en el año 1969 en el barrio de La Arena. Me considero idealista, buen observador, sobre todo de las personas; trabajador poco constante, pero como lo sé aprovecho bien mis rachas productivas. Tengo pocos amigos de verdad, y muchísimos conocidos; creo que me llevo bien con todo el mundo. Estoy casado y tengo dos hijos.
-¿La música le viene de familia?
-No, en absoluto; mi padre era empresario, y en mi casa ni siquiera había piano. Según supe más tarde, mi madre decía que de pequeño cantaba bien y decidió comprarme un piano para que estudiara la carrera. Yo tendría unos seis años.
-¿Le gustó, aquel primer sonido?
-No lo sé... Yo me sentaba ante el teclado a ver qué salía; la música de un anuncio, alguna canción de moda... Mi primer profesor había sido un niño de la guerra formado en Rusia, que me enseñó, además de piano, a jugar al ajedrez. Me dejó huella. Luego, mientras estudiaba el Bachiller en el colegio de los Jesuitas, hice la carrera de piano; tenía que ir al Conservatorio de Oviedo dos días a la semana.
-¿Con la perspectiva de hoy, qué tiene que decir de aquel tiempo?
-Que al principio fue una tortura. La música me marginaba del resto de los compañeros, incluso tuve que dejar el balonmano. Pero de repente, a los 16, 17 años cambió todo y sentí que lo que estaba haciendo me absorbía, me apasionaba. Al ser adulto supe que tenía una profesión privilegiada.
-¿Al margen del piano, cómo fue su infancia?
-Muy feliz. Mis padres tenían una finca en Cabueñes y me gustaba jugar con los bichos, perros, gatos... Y qué decir de la playa de San Lorenzo... Toda mi juventud está ligada a ella, bien por el fútbol, por las aventuras en el pedrero, o por los baños, que llegaban hasta noviembre.
-¿Aparte de talento, qué condiciones se exigen a un buen pianista?
-Se puede llegar a serlo de maneras distintas. El talento se obvia, pero aparte se necesita constancia, o espíritu de lucha para no decaer, que te guste. Lo ideal sería tener un poco de todo.
-¿Las manos no son importantes?
-No, esa idea es un mito. He conocido magníficos pianistas de manos pequeñas y grandes, gordas y delgadas. Las mías son normales y no las tengo en cuenta, juego al frontón y al squash.
-¿A quién admira?
-A unos cuantos. De pequeño me gustaba mucho Arthur Rubinstein. Y sin salir de Asturias, mi madre me llevaba a escuchar a Luis Vázquez del Fresno, un gran pianista. Ahora, considero que Zimmerman es espectacular.
-¿Se han colmado sus sueños?
-Sí, incluso los he rebasado.
-¿Sus cuatro años como pianista del Orfeón Gijonés qué arrojan?
-Volver a casa, ya que ahora vivo en Oviedo por cuestiones de trabajo. El Orfeón Gijonés es como una gran familia, y su director, Carlos José Martínez, todo un personaje, un hombre muy creativo que siempre me sorprende; es capaz de tirar adelante con todo. El concierto del próximo domingo en el teatro Jovellanos va ser estupendo, su programa es muy atractivo. Aparte, el coro tiene voces muy importantes, y Carlos sabe implicar al público, acercarlo al coro, para que disfrute más.
-¿Qué talento añadiría a su personalidad?
-Saber cantar. He admirado mucho a Pavarotti, aunque también me encanta Plácido Domingo.
-¿Cómo repertorista de la Ópera de Oviedo necesita tener una paciencia infinita?
-No, hay momentos de trabajo muy duro, pero estoy mentalizado. Mi gratitud hacia la Ópera de Oviedo por haberme dado esta oportunidad es imperecedera. Llevo 21 años en la tarea; empecé ensayando al coro y poco después a los solistas. En la actualidad somos tres pianistas los que asumimos todos los ensayos.
-¿Son necesarios los idiomas, en su profesión?
-Imprescindibles. Yo hablo tres. El italiano, por ser el idioma del teatro. El inglés, por su internacionalidad. Y en alemán he de defenderme; hay más óperas en alemán de lo que parece. Aparte de Wagner, está Johann Strauss, Richard Strauss, Mozart...
-¿Cuál es su ópera preferida?
-Sin ninguna duda, «Andrea Chénier», de Humberto Giordano. Es maravillosa por todo, su música, su tema, su agilidad, sus arias... El día que la descubrí me encantó. Hay una versión grabada en la Scala de Milán, con Joseph Carreras, Eva Marton y Piero Capuccilli, sensacional.
-¿En su trabajo, cuál es la mejor voz que ha escuchado?
-Recuerdo un ensayo de Nabucco, en 1994, en que estaba acompañando al barítono Paolo Coni, y tuve que dejar de tocar porque estaba absolutamente alucinado por la belleza de su voz. Fue la única vez que me pasó, aunque he disfrutado de grandes cantantes. Lo que más me gusta de la ópera es el verismo, los temas que se acercan a la realidad; de ahí mi predilección por «Andrea Chénier».
-¿En su casa, qué escucha?
-Música, nunca.
-¿En qué emplea el tiempo que le queda?
-En mis hijos, que nunca han tenido que ir a la guardería. Mi esposa y yo hemos procurado alternar nuestros trabajos respectivos de modo que nunca estuvieran solos; era algo importante para nosotros. Aparte, me encanta la Historia, los idiomas, viajar...
-Si Dios quiere nos veremos el próximo domingo en el Jovellanos, en la gala de zarzuela con el Orfeón Gijonés...
-Sí, ojalá venga mucha gente, el programa que se va a desarrollar es precioso.

 
 

Foto Angel